MÉRIDA, México -. Un grupo de senadores estadounidenses han enviado esta semana una carta al presidente Biden donde piden una “evaluación renovada por parte del gobierno de Estados Unidos” de los “incidentes de salud anómalos” asociados al Síndrome de La Habana.
La carta se produce luego de que hace unas semanas una investigación conjunta de The Insider, Der Spiegel y “60 Minutes” de CBS revelara nuevas evidencias que apuntan a una posible responsabilidad rusa tras los ataques.
La misiva bipartidista considera que la nueva investigación “presentó pruebas convincentes que merecen una mayor revisión”.
“No hay mayor prioridad que la salud y la seguridad de los empleados del gobierno estadounidense y de sus familiares que comprometen sus vidas para promover los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos. Debemos hacer todo lo posible para protegerlos”, argumentan.
Los senadores piden una audiencia con oficiales de todas las agencias del gobierno para discutir las alegaciones y cómo el gobierno está tomando medidas para proteger la salud de sus diplomáticos desplegados en el extranjero
Asimismo, instan al gobierno a agilizar el proceso de reparación de los afectados.
La carta fue firmada por la senadora republicana Susan Collins, miembro de alto rango del Comité de Inteligencia del Senado de EE. UU.; la senadora demócrata Jeanne Shaheen, miembro de alto rango del Comité de Relaciones Exteriores y Servicios Armados, y el senador demócrata Mark Warner, presidente del Comité Selecto de Inteligencia.
Los otros senadores firmantes son el cubanoamericano Marco Rubio, Benjamin Cardin, Roger Wicker, James Risch, Kirsten Gillibrand
Estas últimas revelaciones ya habían indignado a otros políticos estadounidenses como el congresista cubanoamericano Carlos Giménez, quien pidió “las más altas consecuencias” para el régimen cubano por su presunta implicación en los sucesos.
El congresista denunció los intentos del régimen de conspirar con el Kremlin para perjudicar al cuerpo diplomático y, por extensión, al Gobierno de EE.UU.
La Habana, por su parte, había negado las acusaciones.
Johana Tablada, subdirectora para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) en Cuba, rechazó la presunta relación de Rusia con los incidentes del llamado “Síndrome de La Habana”, calificándola como una “operación política” y de “propaganda”.
La investigación periodística argumenta que miembros de una unidad de la inteligencia militar rusa (GRU) conocida como 29155 habían sido localizados en sitios y momentos donde se registraron incidentes “de salud anómalos”.
Agentes de esta unidad de inteligencia militar podrían haber apuntado a los cerebros de diplomáticos estadounidenses con armas de “energía dirigida”, según el estudio conducido durante un año.
Los miembros superiores de la Unidad 29155 habrían recibido estímulos y ascensos por trabajos relacionados con el desarrollo de “armas acústicas no letales”.
Sin embargo, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, contradijo la información, argumentando la no existencia de pruebas de la participación rusa y calificando las acusaciones de infundadas.
El “Síndrome de La Habana” es una afección nombrada así por haberse detectado en la capital cubana los primeros casos, que se remontan a 2016. El personal estadounidense adujo haber experimentado síntomas como mareos, dolores de cabeza, dificultad para concentrarse y un sonido intenso y doloroso en los oídos.
Se han registrado más de 1.000 informes sobre esta misteriosa dolencia, y decenas de casos todavía se consideran inexplicables.
Recientes estudios médicos detectaron graves daños ocasionados por el “Síndrome de La Habana” pero descartaron que los funcionarios del gobierno estadounidense tuvieran lesiones cerebrales.
Aunque los investigadores no han hallado hasta el momento pruebas significativas de lesiones cerebrales detectables por resonancia magnética, se ha comprobado la persistencia de presión en la cabeza seguida de dolor de cabeza, mareos, disfunción cognitiva y otros.
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