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Jueves, Marzo 12, 2009

OPINIÓN DE LOS LECTORES

¿Manos sucias en A mano limpia?

Lázaro González Valdés

MIAMI, Florida, marzo, (www.cubanet.org) -El teniente coronel Juan R. Sánchez, ex escolta del criminal Fidel Castro, se presentó el 9 de marzo de 2009 en el programa A mano limpia, del canal 41 en Miami,  donde hizo sus primeras declaraciones en “exclusiva”. Al día siguiente prosiguió la entrevista y se anunció que en días posteriores habría más exclusivas con el ex militar.

La historia de Sánchez es básicamente la misma de otros ex funcionarios del partido comunista (PCC) de quienes no se sabe cómo ni cuándo ni en qué circunstancias salieron de Cuba para luego reaparecer presuntamente como fuentes confiables y narrar sus versiones en los medios de prensa. “Yo llegué a ocupar el cargo que tenía porque me destaqué en los deportes o en alguna carrera universitaria” –suelen aseverar durante sus intervenciones- pero sólo tras décadas de servicio y complicidad es que, ¡cataplún!, se les revela el horror comunista en toda su magnitud, al mejor estilo de Saulo de Tarso cayendo del caballo.

Después, esos ex comunistas narran cómo fueron separados (nunca por oponerse al régimen criminal) de la teta oficiosa que los sustentó largo tiempo a cambio de su ingenuidad. Y por último rematan sus declaraciones afirmando que vivían en la misma miseria que padece el pueblo oprimido. ¡Pobres ex funcionarios! ¿Cómo ha podido el PCC usurpar el poder con personal tan incauto?

Sin embargo, la otra cara de la moneda raramente se muestra en programas como A mano limpia por las causas siguientes: no se le hacen preguntas incómodas a esos ex funcionarios, no se investigan a fondo los temas tratados y no se le presenta al público la versión de contraste propia del buen periodismo.

En Cuba nadie forma parte del gobierno por méritos como ser buen deportista o graduarse con honores en cualquiera de las universidades exclusivas de los revolucionarios o de quienes se comportan como revolucionarios para graduarse. Se exige más que eso. Tampoco es suficiente cumplir con la guardia en el  Comité de Defensa de la Revolución (CDR) ni pagar el sindicato oficioso (CTC) ni donar un día de salario al mes para el fondo de las Milicias de Tropas Territoriales (MTT). Únicamente los ex funcionarios que pasan al exilio podrían revelar con exactitud cuáles son los requisitos para alcanzar los puestos que ellos ocuparon durante su luna de miel con el PCC. 

Por otra parte, se sabe que los funcionarios comunistas (sean del MININT, del MINFAR o de cualquier otro ministerio) viven considerablemente mejor que el resto de la población. Basta con exponer el siguiente caso de la vida real, posiblemente conocido por la mayoría de esos ex funcionarios que ahora aparecen en los medios.

Frente a la cafetería Kasalta, ubicada en la Quinta Avenida de Miramar, en Ciudad de La Habana, reside una persona de nombre José, conocido por “Pepe”. Él es funcionario de la inteligencia y entre otros conocimientos se especializó en mecánica en Italia (se dice que
en una fábrica de la empresa Alfa Romeo). También trabajó varios años en la sección de intereses de Cuba en EE.UU. de donde regresó a Cuba cargado de muebles, equipos electrodomésticos, joyas, ropa y calzado de alta calidad entre otros beneficios prohibidos a los cubanos. La esposa de Pepe, conocida como “Tonga”, era a finales de los años 80 del siglo pasado quien estaba a cargo de las comidas y bebidas que se servían en los actos gubernamentales efectuados en el Palacio de las Convenciones. Obviamente ella es, por lo menos, agente de la contrainteligencia. El matrimonio tiene tres hijos y mantiene excelentes relaciones con Masiques, uno de esos oscuros personajes del ámbito del espionaje cubano. Padres e hijos tienen auto propio. La familia recibe cada mes, sin costo y con entrega a domicilio gratis, una cuota especial consistente en carnes y frijoles de todo tipo, arroz, leche fresca, quesos, huevos, jamón, embutidos,

No diré más porque lo dicho hasta aquí evidencia el contraste entre el nivel de vida de los funcionarios comunistas y la oscura existencia de sus oprimidos haciendo filas para comprar el pan diario de 80 gramos que le corresponde por la “libreta de abastecimiento”.

Volviendo a las irrelevantes revelaciones del ex escolta de Fidel Castro, vale la pena mencionar lo que él dijo sobre su presunto arresto en 100 y Aldabó donde radica el Departamento Técnico de Investigaciones (DTI). Sánchez denunció que allí las celdas son tapiadas y antihigiénicas, que el trato es inhumano, que las torturas infringidas a los detenidos son mentales y físicas. En fin, nada nuevo. Esa información la ha venido repitiendo desde 1988 cada activista defensor de los derechos humanos. Se sabe que la muerte es fecunda
en el DTI de 100 y Aldabó. Ese centro de detención es comúnmente llamado “cien y se acabó” por los crímenes que allí cometen sus funcionarios. Las siglas DTI en argot presidiario significan Díselo Todo al Instructor, pues arrestado que no “canta la jugada”, o sea, que no confiesa su culpabilidad aunque sea inocente, podría salir de allí “con los pies por delante”.

De cualquier modo me parecen interesantes las versiones de ex funcionarios del régimen comunista, como Sánchez. Habría que indagar por qué últimamente hay en Miami una hemorragia de revelaciones sin importancia por parte de ellos.

Algunos sostienen la hipótesis de que esos ex comunistas manipulan a los medios de prensa locales dándoles informaciones sin importancia como ubicación de residencias de altos funcionarios, cantidad de carros que poseen, sus dietas favoritas, las corrupciones cotidianas conocidas por todos, los chismes de infidelidades matrimoniales y demás “gozaderas” sexuales; a cambio de la coartada necesaria en imágenes de vídeo que les permitiría a esos ex funcionarios reciclarse en el futuro político de Cuba con la fachada de ser los denunciadores de atropellos, los defensores de la democracia que no son.

Otros compatriotas, más suspicaces creen que el reciclaje ya comenzó con una operación de inteligencia en la que ex funcionarios como Juan R. Sánchez o Alcibíades Hidalgo fueron autorizados por la inteligencia del PCC a emigrar para desempeñar el papel de “los buenos” en contraposición con el de “los malos” que permanecen en

Cuba, y entre estas dos fuerzas aparentemente contrarias crear el estado de opinión propicio para que el PCC, en el momento oportuno, efectúe transformaciones al estilo Gorbachev, implantando una seudo democracia donde esos ex funcionarios exiliados y quienes ellos avalen en Cuba se mutarían en paladines de la libertad y de la justicia al tiempo que sacarían del juego a los verdaderos opositores y activistas pro democracia.

No faltan quienes aseguran que los ex funcionarios “están echando palante a sus antiguos compañeros en venganza porque aquellos les pisaron el callo a éstos para ocupar sus cargos”.

Por falta de pruebas, no descarto ninguna de esas hipótesis. Afortunadamente hay tiempo para confirmar por dónde viene la verdad.

Entretanto, seguiré analizando las versiones de esos ex funcionarios del PCC gracias a programas como A mano limpia, pero no me trago el anzuelo de que los ex comunistas pasan al exilio de terciopelo sin sus manos sucias.

 

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