Cero a los medicamentos
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, julio - Al parecer los cubanos no podemos enfermarnos. Se pudiera pensar esto si lo medimos por la ausencia de muchos medicamentos de alta demanda en su consumo y que son comercializados en moneda nacional en las farmacias que distribuyen esos productos a la población.
Lo cierto es que en muy contadas ocasiones los usuarios encuentran algún fármaco para enfermedades corrientes en el país: vías respiratorias, nerviosas, gastrointestinales, cutáneas e infecciosas.
Atacar los padecimientos derivados de los trastornos digestivos o virus catarrales, tan frecuentes entre nosotros, es prácticamente imposible pues las pócimas no aparecen. Los sedantes y algunos antibióticos reinan por su ausencia en los almacenes y comercios farmacéuticos.
Localizar ungüentos para eczemas y hongos o bálsamos analgésicos para dolores musculares, constituye un verdadero milagro.
Y lo peor es que la tendencia apunta a empeorar la situación. Por un lado, la demanda de productos curativos para cualquier dolencia aumenta mientras que, por el otro, la oferta de éstos decrece peligrosamente.
Asistir a una consulta médica se ha convertido en un argumento para cuentos terribles: El médico diagnostica el padecimiento luego de indicar y analizar el resultado de los chequeos clínicos de rigor. Por supuesto, después debe llenar un formulario con las medicinas
que recomienda y el tratamiento que sugiere. Y ahí comienza el drama. El galeno se rasca el cráneo. Mira en todas direcciones. Levanta la cabeza como si buscara la Iluminación Divina. Al fin se decide. Toma el recetario y escribe tal o mas cual producto médico. El
paciente sale complacido. El profesional respira profundo.
Transcurrida apenas una hora vuelve el enfermo y se para ante el doctor. Este lo mira con tristeza. Ya conoce el motivo de su retorno: la farmacia no tiene en existencia nada de lo que le recetó. Hay que comenzar y así se repite en todos sus detalles la escena anterior. Al fin, y
con un poco de suerte, luego de dos o tres intentos infructuosos, llegan a un final feliz. Esto ocurre diariamente en los hospitales del país que atienden al cubano de a pie.
Pero no siempre se produce este desenlace. En muchas ocasiones el facultativo no encuentra la solución adecuada y es entonces que pronuncia la frase conocida: "Trate de conseguir las medicinas por sus propios medios". Y es aquí donde hace su entrada el tercer
protagonista: el vendedor informal de productos farmacéuticos a precios elevados, que se enriquece (junto a sus suministradores) con el dolor y la necesidad ajenas.
Cada vez es mayor el número de trabajadores del Ministerio de Salud Pública que son sorprendidos en esas operaciones ilícitas. Así como también aquéllos que, sin pertenecer a ese ramo, tienen acceso a los productos medicinales.
Es lamentable que esto ocurra en un país cuyo gobierno se ufana de ser potencia médica, cuando en realidad es incapaz de solucionarle a la población el acceso a los medicamentos de mayor demanda.
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