Aquí, todo lo blanco es negro
Germán Castro, Cuba Press
LA HABANA, marzo - Los padres de Guillermo Cabrera Infante, miembros fundadores del Partido Comunista cubano, solían colgar en la sala de su casa un Stalin junto a un Cristo (1), ejemplo, aunque no el más importante, de contradicción comunista. A mí, para empezar, se
me ocurre otro que ilustra como ninguno este extraño paraíso de paradojas: la biografía del discurso oficial y su relación con los hechos.
Pero vayamos despacio y no comencemos con una injusticia. La política (CIENCIA y ARTE de gobernar) es, por definición, el sentido práctico aplicado; sólo que, por lo general, no al beneficio de toda la sociedad (lo que, por lo demás, parece imposible), sino de
la élite que gobierna. Precisamente el socialismo aparece como una rectificación.
Y es por aquí donde se encuentra esa paradoja inicial que, dicho sea de paso, los cubanos hemos tenido la también paradójica oportunidad de degustar hasta las heces, con todo y su ILUSION DE QUE, AHORA SI, LA ÉLITE GOBERNANTE ES LA MAYORIA; o sea, que el Partido
Comunista es en realidad el partido de los trabajadores, y el Poder Popular el poder del pueblo: democracia AD LÍTTERAM; pues, a la hora de la verdad, la también llamada DICTADURA DEL PROLETARIADO fue devorada por la dinámica de su propia denominación. La DICTADURA
fagocitó el resto y el PROLETARIADO volvió a su condición histórica de animal de carga, sólo que ahora amarrado en los pastizales del discurso oficial.
Gracias a esto, los cubanos vivimos en la "Isla de la Libertad", pero no podemos pensar ni expresarnos libremente, leer lo que se nos antoje, movernos sin restricciones, mudar de residencia sin necesidad del humillante permiso, invertir -como sí pueden hacerlo los extranjeros-
en la economía... en fin, no podemos ser libres.
Gracias a esto, vemos con estupefacción cómo se mezclan Marx con Martí, la ideología del régimen con la Virgen de la Caridad, el peso cubano con el dólar, la libreta de racionamiento con el libre mercado, el servilismo con el patriotismo, la crisis con
el progreso...
Y a la vez que se habla de unidad, se insta a seguir religiosamente al Partido y excluir cualquier otro cemento ideológico o alternativa; lo que, por fuerza, nos separa.
Por lo mismo, la incertidumbre y el desencanto se canalizan en el baile, el chiste y el alcohol, como si el carnaval no cesase.
Y también por eso, la historia está siempre presente, codo a codo, con el más infame de los olvidos.
Triste destino del antídoto. Vino para erradicar la contradicción y se convirtió en contradicción.
(1) GUILLERMO CABRERA INFANTE, Mea Cuba, p. 18, Edit. Alfaguara, 1999.
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