Patria y potestad
Manuel Vázquez Portal, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, marzo - Sólo en mi corazón Cuba es mi patria. Allí la acurruqué para salvarla de todos los naufragios. Como no la escogí para nacerle ni nadie preguntó si yo quería, la llevo en mí cual madre venerada.
Si abandono las lindes de mi pecho hallo una Isla absurda de discursos y hambre, en ella pululan consignas y escasean los ómnibus, sobran los vigilantes y faltan los bombillos. Fuera de mis ventrículos no tengo patria yo, y no porque haya renegado de ella sino que no la encuentro
entre tanto panfleto y agonías.
Dónde está el marañón de mi niñez, el parque de mis novias candorosas, la Universidad capaz de enseñarme que el mundo era más ancho. Tengo un árbol marchito, un parque devenido barricada, un claustro amordazado que no quiere pensar.
No tengo patria yo sino en mi vena aorta. Vivo en suelo prestado por las Fuerzas Armadas donde, a veces, permiten que aplaudamos. Sólo es bueno asentir. Si acaso contradigo al Máximo Orador me despojan del sol y los guisantes, del sueño y las palabras.
No puedo ser patriota si no sigo el cencerro. No puedo ser patriota si taño otra campana.
Qué patria tengo yo sino la pequeñita que atesoro en el alma. Vivo en mi corazón porque es la patria que un bando militar no puede clausurarme, la gente que yo alojo no pueden desterrarla y penetran tan sólo aquéllos que yo amo.
No tengo potestad sino en mis sueños. No tengo potestad. Qué puedo yo. Me han prohibido tanto que yo estoy prohibido. Donde único logro izar otros blasones es en la torre alta del credo que me ampara. Desde ella diviso que la senda tiene bifurcaciones y le alerto a mis hijos
de los otros caminos. Les digo que el Mesías no viste charreteras ni es terca su homilía.
Pero mis hijos viven donde rugen las fieras y tienen que acoplar su paso a la vereda, sus rugidos a la piara. No es suficiente escudo mi corazón tan sólo y deben resguardarse también con sus corazas. Les imponen un andar y unos gruñidos que deben aprenderse de
memoria.
Cuál es mi potestad si tengo que callar para que otros no sufran por elecciones mías. No soy el Capitán de la familia. Mis hijos van al pairo. Quisieran parecérseme, pero ya en el capullo les dijeron que yo era muy poco héroe. Los obligan a ver por la mirada
omnímoda y no puedo curarles la ceguera. Los obligan a oír por la oreja obediente y no puedo sanarles la sordera. Los obligan a andar sobre la cuerda floja y no puedo mostrarles los abismos.
Si acaso me imitaran arrostrarían los riesgos de quedarse sin patria además de que nunca tuvieron potestad.
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