Andy García rodará a las órdenes, entre otros, de
Antonioni y Steven Soderbergh
Salvador Llopart. La
Vanguardia Digital - - 12:33 horas - 16/01/2001
Cuentan que el niño Andrés Arturo García-Menéndez
(La Habana, 1956) no se encontraba nada a gusto en aquel mundo de Johns, Marks,
Thomas y Stevies en el que sus padres lo metieron tras llegar a Miami. En los
primeros sesenta, los cubanos no eran la mayoría en Florida que son
ahora, capaces con su voto de poner y quitar presidentes de Estados Unidos.
Entonces Andresito apenas hablaba inglés, y en la escuela sus compañeros
le hicieron pagar con moratones -ellos se llevaron también unos cuantos-
su desconocimiento del idioma de Shakespeare y aquel largo e impronunciable
nombre hispano.
Pero pasó el tiempo y, con los años, Andrés Arturo se
transformó en Andy, un prometedor actor de Hollywood. En el camino, no
obstante, el García-Menéndez se quedó en un escueto García
(en los créditos), un apellido bien conocido en su país de adopción
desde que otro García, Jerry, se hizo famoso como guitarrista de los
hippies Grateful Dead (y por cortarse un dedo para no ir a Vietnam).
Aquellos primeros años en Estados Unidos transcurrieron, pues, entre
la lucha por ser aceptado, la añoranza de Cuba y el odio a Fidel. Y
seguramente aquellos años son responsables a su manera de esa mirada
desconfiada y de ese aire entre taciturno y resentido, tan suyo; ese aire de "outsider",
de marginado, de extranjero en tierra extraña que anuncia, tras su
aparente sonrisa y buenas maneras, una rabia a punto de explotar. Igual que
Robert De Niro o Al Pacino, actores con quienes se le comparó en un
principio. Ese es el Andy inquietante de películas como "Ocho
millones de maneras de morir" (1986), "Black rain" (1989), "Asuntos
sucios" (1990) o "El Padrino III" (1990), cinta por la que fue
candidato a un Oscar en el apartado de actor de reparto.
Luego algo pasó. El qué, no se sabe. Pero desde que Andy
protagonizó "Héroe por accidente" (1992) se evaporó
todo el peligro que emanaba y sólo quedó la sonrisa amable. Recuérdenlo,
si no, en películas como "Cuando un hombre ama a una mujer"
(1984) o "Muerte en Granada" (1997), rodada ya lejos de Hollywood, en
España. Con la excepción de "Cosas que hacer en Denver cuando
estás muerto" (1995), su carrera durante los noventa ha sido un
continuo descenso (¿a los infiernos?) que lo alejaba cada vez más de
los Pacino y los De Niro de turno.
Ahora, sin embargo, parece que García ha reaccionado, y a sus 44 años
reclama un lugar al sol de Hollywood con tesón de superviviente. Acaba de
estrenar en la televisión "For love or country", filme basado
en la vida del trompetista cubano Arturo Sandoval. Y para el 2001 prepara cuatro
películas, cuatro: "The unsaid", un thriller producido por él
mismo que acaba de rodar en Canadá. Y tras ésta, ya le espera el
rodaje de "Ocean's Eleven", a las órdenes de Steven Soderbergh
(director de "Traffic" y "Erin Brockovich". También
tiene pendiente el rodaje, junto a Angelica Huston, de "The man from
Elysian Fields", y de otro filme, "Just like Mona". Pero quizá
lo más destacado de este renacimiento del chico eléctrico sea la
esperada colaboración con el anciano -y muy dagnificado- Antonioni en "Just
to be together", junto a Winona Ryder.
LA ANÉCDOTA
"The unsaid" es una parábola, al revés, de su propia
carrera. En ella encarna a un psiquiatra derrotado por el suicidio de su hijo
que, tras resolver el caso de su vida, el de un asesino en serie, vencerá
también sus demonios interiores. Y acaba con Andy hecho un pincel, mechón
de pelo incluido. Como cuando empezó, vamos.
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