El gran
corruptor
Fara Armenteros, UPECI
LA HABANA, marzo - El hurto, el robo y la malversación, entre otros,
son delitos de una misma familia y aunque en la Cuba de hoy tienen como factor
común la necesidad de subsistencia, son causa de deterioro social.
Pretendiendo acabar con este flagelo se crean cuerpos de vigilancia
especializados, cada día hay más policías en las calles
(muchos de ellos mejor retribuidos que los especialistas en cirugía
cardiovascular), las cárceles se multiplican alarmantemente, pero el fenómeno
del delito no se detiene, sino que avanza.
Paradójica e inmoralmente la generalidad de la población
cubana considera "luchadores" a los involucrados en actividades
delictivas ya que, según se dice, "se exponen a lo que sea para
resolver las necesidades materiales de sus familias".
Sin embargo, se acepta la idea de que algunos de los que delinquen lo hacen
movidos "por el afán de lucro y de darse la buena vida".
Estos últimos son los que practican el llamado "robo autorizado"
que, al decir de la gente, "no es el robo que sale por las puertas de las fábricas
en los bolsillos de los trabajadores, sino el que se transporta en los Ladas y
todos se hacen como que no lo ven".
Los "ladrones autorizados" se aprovechan de las necesidades de la
población y al mismo tiempo compite con las tiendas dolarizadas pues por
fuera de ellas se compra de todo y más barato.
Según un capitalino que no quiso revelar su nombre, "no se puede
dudar que en los mercados agropecuarios se nos venden productos sustraídos
de los almacenes que surten a las bodegas de venta regulada y que nunca llegan a
éstas".
La fuente aseguró que hay cafeterías y bares que se abastecen
de ron y cigarrillos con particulares. "En cualquier lugar de Ciudad de La
Habana se compra una caja de cigarrillos y te sale un "tupamaro"
(nombre que se le da a los cigarrillos confeccionados artesanalmente y
comercializados en el mercado ilegal, generalmente de peor calidad que los
hechos a máquina)".
El hombre argumentó: "Mi abuela decía: 'detrás del
joven corrupto hay un viejo corruptor'. Aquí el joven corrupto es el
pueblo de Cuba, y el gran corruptor es el conjunto compuesto por la falta de
libertad y la necesidad de subsistencia".
"¡Piense usted en lo que le he dicho y se dará cuenta!",
concluyó.
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