CUBANET... INTERNACIONAL

Abril 26, 2002



Carta verdadera al Presidente de México

Belkis Cuzá Male. El Nuevo Herald, abril 26, 2002.

Señor presidente de México:

Nosotros, escritores y artistas que por H o por B no hemos podido o no nos ha convenido largarnos de Cuba, en nuestra condición de respetables hechiceros de la tribu, con un aval de más de cuarenta y tres años de apoyar la dictadura más hermosa del mundo, la del proletariado triunfante, mantenidos al pie del cañón (el mismo de las nueve de la noche), con suficiente moral comunista para proclamarnos hijos de la revolución, del Che y de la comparsa de los alacranes, en nuestra calidad de honorables reliquias marxistas leninistas castristas, aunque viejos y calvos, con las panzas arrastradas por el suelo, prostáticos, arrugados como pepinos en salmuera, impotentes, gagueando o, en el caso de las abajo firmantes, putrefactas y alcohólicas, con más patas de gallo que un gallinero en celo, ridículas en nuestros atavíos de divas olvidadas, nosotras, bailarinas cegatas y torturadas por libidinosos moscardones, santonas de la liturgia oficial, proclamamos que somos la expresión viva de la libertad que se respira en la isla; que nunca hemos conocido mayor tolerancia para crear y expresar nuestro arte.

Nosotros, que no hemos traicionado al máximo líder ni con el pensamiento, juramos y perjuramos que hemos escrito de puño y letra esa carta al presidente de México, Vicente Fox, aunque a decir verdad, todavía no la hemos leído. Nosotros, escritores y artistas cubanos, calumniados injustamente, acusados de vivir no de lo que escribimos, sino de guardarnos la lengua en el bolsillo y halarle la leva al mal llamado tirano, no nos arrepentimos de nada. Porque cuando el jefe de toda Cuba ''baja'' la orden al Abelito Prieto (ministro baboso de la cultura oficial), estamos prestos a servir. Esta vez es la carta a usted, señor presidente, carta muy bien pensada y estudiada, que luego de incontables reuniones ha vuelto a bajar otro escalón, esta vez a través de servidores menores, quienes se encargaron de ir a visitarnos casa por casa. Privilegio, por supuesto de unos cuantos, un grupo selecto de la UNEAC (Unión de escritores al servicio de Castro) que hemos sido los que firmamos raudos, sin siquiera leerla para que no perdiese el hálito sagrado del poder, y le llegue a usted antes de que, como dice Fidel, se vaya a dormir temprano, como es su costumbre.

No sé si recordará cuando firmamos contra aquel poeta comunista que se llamaba Pablo Neruda (¿quién se acuerda de eso?), luego contra las ratas intelectuales del mundo que tuvieron la osadía de defender a aquel tipo que escribió un libro del que no queremos acordarnos, Fuera del juego, y luego otra y otra carta, pues cualquier tema es bueno para demostrar nuestra lealtad incondicional a Fidel, el máximo jefe: Nicaragua, las guerrillas salvadoreñas, las guerrillas guatemaltecas, los montoneros, el Chile de Allende o las amenazas del imperialismo yanqui, más conocido por la Yuma, adonde a cada rato vamos a dar conferencias y lecturas de poemas, con mucho disgusto, eso sí, porque no hay cómo las reuniones del comité de defensa para sentirnos en casa.

Nosotros, pues, escritores y artistas, en nuestra condición de servidores del régimen eterno de Fidel Castro, somos prueba de que en la isla hay absoluta libertad de expresión, como pudo ver el señor presidente de México en su reciente viaje. De modo que queremos recalcar que aquí no hay prisioneros políticos, ni escritores rebeldes, ni periodistas independientes, ni opositores al régimen, ni descontentos con el hambre y la miseria. Y que los miles de fusilados pertenecen a otra época, que ya nadie recuerda. Por si fuese poco, el 99 por ciento de los cubanos que no se han podido marchar del país apoyan a nuestro presidente vitalicio, como podrá ver por los reportajes de la CNN, pues hacen acto de presencia en los actos masivos contra el imperialismo yanqui, y todas las noches sintonizan las mesas cuadradas (perdón, redondas), donde se acusa a Bush de terrorista al revés.

Nosotros, pues, le decimos al presidente de México que no se preocupe por los derechos humanos en Cuba, pues aseguramos que no están jorobados, ni insulte a nuestro líder máximo, negándole sin embargo el derecho a grabar sus conversaciones. ¿Acaso se puede hablar de derechos sin hablar del derecho de Fidel? Sin más --no haga extensivo este saludo, por favor, a su ministro Jorge Castañeda, de triste recordación para nuestro querido Fidel--, se despiden de usted los abajo firmantes, escritores y artistas comprometidos con el máximo manipulador de Cuba.

Hasta la próxima bajeza. Siempre aplaudiendo.

belkisbell@aol.com

© El Nuevo Herald

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