CUBANET .INDEPENDIENTE

7 de febrero, 2002


¿Táctica o estrategia?

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Los gestos conciliatorios del gobierno cubano hacia la administración estadounidense se han multiplicado a partir de los actos terroristas cometidos en las ciudades de Washington y New York el 11 de septiembre de 2001.

El discurso del canciller cubano ante la Asamblea General de la ONU, entre otros temas subrayaba la disposición a negociar el pago de las propiedades de Estados Unidos confiscadas en los primeros años de la revolución. A esto se agrega la compra de productos alimenticios por más de 30 millones de dólares, estrictamente bajo las condiciones impuestas por la legislación estadounidense, tras haberse anunciado hace meses que bajo tales requisitos no sería adquirida ni una aspirina.

A estos movimientos políticos se suman las reiteradas declaraciones dirigidas a la búsqueda de soluciones negociadas en cuestiones como la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, la emigración segura de los ciudadanos cubanos, así como se aceptó la utilización de la base naval de Guantánamo para la reclusión de los terroristas afganos. Por último, recientemente se efectuó en Cancún, México, una reunión entre funcionarios cubanos y empresarios, hombres de negocios y agricultores estadounidenses. Evento realizado anteriormente, pero llevado a cabo en esta oportunidad con una participación de superior nivel de la isla.

Estas acciones serían inobjetables si estuvieran realmente encaminadas al mejoramiento de las relaciones cubano-estadounidenses, puesto que los deteriorados vínculos (entre ambos países) constituyen un asunto cardinal que durante decenios han dificultado el progreso económico, político y social de la mayor de Las Antillas.

Resulta indiscutible que Estados Unidos continúa siendo el mercado natural de Cuba, tanto por la realidad geográfica como por antecedentes históricos y culturales, hoy más fuertes que nunca dado el incremento sustancial de los cubanos que residen allá.

El clima de confrontación presente por décadas ha exacerbado pasiones sin dejar espacio para un análisis racional que permita hallar soluciones aceptables para ambas naciones, escenario muy útil por cierto para la intolerancia y el inmovilismo.

Sin embargo, estas acciones de las autoridades cubanas incitan serias dudas acerca de sus verdaderas motivaciones. En primer término han sido adoptadas con posterioridad a los sucesos del 11 de septiembre, los cuales originaron cambios trascendentales a escala global, y a que los espacios para el totalitarismo se han reducido radicalmente. Ahora más que nunca ha quedado en evidencia que el desarrollo de las sociedades democráticas, en el más amplio sentido de la palabra, constituye el antídoto más adecuado para luchar contra el terrorismo.

Por otra parte, al mismo tiempo que las autoridades de La Habana efectúan sus gestos conciliatorios hacia Washington mantienen incólume el sistema totalitario en la isla. En el plano económico, a pesar de un claro empeoramiento que ha deteriorado aún más el precario nivel de vida de la población, no se observan tendencias a realizar transformaciones.

Por el contrario, se aprecian medidas para fortalecer el esquema estatista, cerrándose paulatinamente los espacios abiertos a la iniciativa individual años atrás.

En el campo político las circunstancias no son mejores, con golpizas a opositores pacíficos y periodistas independientes, el bloqueo de sitios de Internet (para que los funcionarios no los vean, ya que la población no tiene acceso a la red) y el mantenimiento de un clima de represión contra cualquier ciudadano que intente defender sus derechos.

Asimismo, las autoridades se niegan a suscribir el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, sus Protocolos facultativos, y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, siendo Cuba actualmente uno de los pocos países que mantiene esta actitud.

En este contexto es muy difícil darle credibilidad a los supuestos deseos de las autoridades cubanas de mejorar sus relaciones con los vecinos del norte. Los tozudos hechos inclinan a pensar que estos gestos conciliatorios son otra maniobra táctica, una cortina de humo empleada en medio de una coyuntura internacional poco propicia para los regímenes totalitarios, en una situación que además coincide con el agravamiento de los problemas económicos internos, factor que pudiera incidir en incrementar el deterioro social y político nacional.

Por ello, puede afirmarse que no estamos ante un movimiento político estratégico, sino ante una nueva finta del gobierno cubano para ganar tiempo y mantener el poder.


Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
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