Mercado del
arte en Cuba
Miriam Leiva
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - El cubano posee un apreciable talento
artístico en todas las esferas, si bien lo más conocido
internacionalmente es su creación musical. Las escuelas de arte lo han
robustecido, pero los frenos han sido muy variados. Desde las carencias
materiales para plasmar las obras hasta la censura, la prohibición a la
comercialización y a las exposiciones en el extranjero.
La crisis económica comenzada en Cuba a inicios de la década
de 1990 propició el desarrollo de la iniciativa en algunas ramas hasta
entonces limitadas por el estado, que durante decenios velaba celosamente sobre
"el acoso del fantasma del imperialismo, y salvaguardaba para que las
personas no se convirtieran en ricos, de manera que no existieran desigualdades
sociales". Afortunadamente, fue necesario abrir ciertos espacios, a fin de
permitir comer y satisfacer otras necesidades vitales.
Durante el período especial que hoy, lamentablemente, en lugar de
extinguirse parece cobrar mayor fuerza, fueron emergiendo callada pero
poderosamente facetas de la creatividad subyacentes y que pujaban desde hacía
mucho tiempo.
El interés del estado por lograr fuentes de ingreso abrió las
puertas al turismo y, por ende, surgió la necesidad de proveerlo de
mercancías nacionales para sustituir las importaciones. De tal forma,
surgieron producciones de aceptable calidad en diversas ramas, comprendidas la
agricultura y la industria ligera. También los nuevos hoteles requerían
ornamentos con sellos autóctonos, como muebles, y sobre todo obras de
arte. Además de cubrir paredes con pinturas y grabados, se han colocado
cerámicas y estatuas, así como se utilizan menús artísticamente
diseñados. Primero fueron los creadores más notables y conocidos,
luego se comenzó a promover a los noveles. Hoteles se precian de realizar
exposiciones, y sus galerías venden las obras de arte.
No sólo es una posibilidad para darse a conocer y encontrar
promotores internacionales. En esto hay oportunidades múltiples. En tanto
el Estado, sus empresas y los empresarios extranjeros reciben sus dividendos,
los artistas pueden sentirse admirados, hacerse famosos y además mejorar
sus niveles de vida apreciablemente mediante el fruto de su trabajo, sin tener
que pasar por procesos burocráticos que entorpecían las ventas y
contrataciones, fundamentalmente aquéllas en el exterior. Aún los
precios resultan bajos en relación con los mercados internacionales, pero
de todos modos es un buen inicio.
El mercado próximo a la Plaza de la Catedral en La Habana fue pionero
en esta gestión. Se recuerda su primer auge hace unos 30 años y su
total cierre y hasta persecución de los vendedores. Pero este mercado de
fines del siglo XX y comienzos del XXI es pujante y creativo por lo regular. No
obstante, las galerías estatales desean obtener lo suyo, y carecer de
competencia. Días tan propicios como el domingo, el mercado debía
estar cerrado. Luego se adicionaron los lunes y martes.
A fines del verano del 2001 cundió el pánico, pues se
prohibieron las actividades de los representantes o vendedores y las galerías
privadas que florecían también en la calle Obispo. Mas artesanos y
artistas no pueden concurrir a vender, ya que ese tiempo deben dedicarlo a la
producción, en tanto muchas familias estaban a punto de perder el
sustento. Luego de un gran descontento y muchas gestiones por parte de los
afectados, la medida se desvaneció, al menos por el momento.
Sin embargo, llegaron los embates del descenso del turismo posterior a los
sucesos terroristas del 11 de septiembre y las consecuencias de la crisis económica
mundial. Si bien se trataba de la temporada baja de llegada de visitantes, en
esta ocasión fue muy pronunciada. No obstante, en diciembre se recuperó,
lo cual se mantiene a comienzos de enero para alivio de todos los cubanos que
dependen de ello. Y, para sorpresa de muchos, visitantes norteamericanos, buenos
compradores usualmente han llegado a Cuba. Claro, no son los únicos.
Aunque las crisis económicas tienen consecuencias carenciales muy difíciles
y tristes para la mayoría de la población, también pueden
abrir brechas y propiciar cambios. En el caso de Cuba, la apertura de espacios,
pequeños y a veces vueltos a cerrar, para el despliegue del talento y la
creatividad, incluidos los del arte, en general han sido un resultado positivo,
que debería mantenerse e incrementarse para beneficio de los
emprendedores y del patrimonio nacional.
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