A paso de
bastón: la muerte de Jesús López
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - Quizás en la noche del 24 de
abril Jesús María López López pensaba en tiempos
mejores. Quizás, mientras circulaba a bordo de su bicicleta por las
calles de ciudad Pinar del Río, recordaba sus días de mayor de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias. Por entonces ganaba un buen salario y pudo
creer en una utopía. Pan para el estómago, utopía para el
espíritu. ¿Qué más necesita un hombre?
Jesús María López López pedaleaba su bicicleta
casi por el centro de Pinar del Río, cerca de la terminal de ómnibus,
quizás estaría absorto en recuerdos gloriosos de un ayer y en las
grises realidades de hoy. Su jubilación del ejército no le
significó ese retiro decente al que aspira todo hombre de trabajo. La
crisis de esta Cuba ya no tanto del picadillo de soya, pero aún bien
lejana del beef steak de carne roja y jugosa sólo le trajo pobreza.
Para completar su retiro sin propiedad de apartamento ni acceso a ciertas
prebendas tuvo que salir a "buscarse la vida". Trabajó en
oficios agrícolas y como albañil y plomero. Cualquier cosa, lo que
se presentara. De bien poco sirvieron sus misiones militares en Africa. De bien
poco las condecoraciones. Jesús María López López
quizás pensaba en todo esto cuando lo sorprendió la primera puñalada.
Siguieron dos, quizás provocadas por su resistencia a que le fuera
robada su bicicleta, allí, casi en el centro de la capital de la
provincia Pinar del Río. Su ex esposa Diana Margarita Cantón,
madre de un hijo del asesinado y hoy disidente, así lo cuenta. Lo mataron
para robarle una estúpida y miserable bicicleta.
Otras personas, testigos del hecho según Cantón, relatan que
un policía emprendió la persecución del ladrón y
asesino, y hasta intentó dispararle con el arma de reglamento. También
dicen que el gendarme logró recuperar la bicicleta pero no capturar al
autor del crimen. Jesús María López López nunca sabrá
si se le hizo justicia. Muerto está. Y los muertos ni hablan ni se
quejan, ironizan los funerarios.
Pinar del Río rumora, mientras tanto. La voz popular afirma que el
asesino ya fue capturado, pero aún no se dispone de confirmación.
La crónica roja nacional es objeto de censura, de una férrea
censura sobre el estado de la criminalidad. Pinar del Río habla bajito en
las esquinas y entrecalles porque la población tiene miedo. Una ola de crímenes
ondea por Vueltabajo, expresa Cantón, lo cual hasta se vuelve sorpresa
para este habanero metido a periodista. De tan tranquila que fue Pinar del Río,
a estos tiempos de puñaladas para robar bicicletas, media un largo
trecho. Tan largo, que hasta vale poner entre signos de interrogación una
tradicional burla del vulgo según la cual la tranquilidad pinareña
es en verdad síntoma de gente boba.
Pinar del Río rumora sobre el triste destino de este mayor retirado
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, cuya muerte injusta, oscura y sin
glorias, es casi el símbolo de una época.
No sé por qué aquí, en La Habana, pienso en el
asesinato de mi amigo Verónico, liquidado mientras prestaba servicios
como taxista en la empresa Panataxi, nada menos que en fecha tan significativa
como un 26 de julio. También para robarle y aún sin haberse
esclarecido el crimen.
Cosas de Cuba, donde los archivos no están en manos del pueblo.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|