Las fiestas
populares
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, mayo (www.cubanet.org) - Herradura tuvo su fiesta popular el sábado
11 de mayo. Pero aunque el día festivo haya sido uno solo, oficialmente
se le denomina "Fiestas populares".
En realidad si había fiesta o no, no era fácil percibirlo,
porque en el pueblo ningún cartel la anunciaba. Ni siquiera la fachada de
los establecimientos más céntricos se engalanaron para la ocasión.
Las polvorientas callejas del interior del pueblo siguieron viviendo su
acostumbrado letargo, como si en el pueblo nada sucediera.
Apenas a lo largo de tres o cuatro cuadras de la calle principal se ubicaron
las vendutas que le daban cara de fiesta a la jornada. En varios puntos se vendía
pan con lechón. Para los niños había baratijas plásticas
con precios de joyas áureas.
Como un gesto excepcional funcionarios locales "regaron la bola"
(hicieron una convocatoria oficiosa) para que todo el que tuviera algo que
vender participara en la festividad. La solicitud fue satisfactoriamente
respondida, pues la participación del sector privado fue mayoritaria en
la oferta de comestibles.
Las escasas entidades estatales que se involucraron en la gestión de
ventas de la fiesta se llevaron el premio de la impopularidad. Para María
del Carmen, una joven trabajadora vecina de la localidad "vender el cuarto
de pollo a veinte pesos no tiene nada de festivo, y mucho menos de popular. Nos
han confundido con turistas".
Las empresas del gobierno no pudieron garantizar -siquiera por un día
entero en el año- la cerveza que requería el pueblo. Al atardecer,
cuando más público concurría a la fiesta se vaciaron las
pipas de cerveza. Y por si fuera poco, cuando se acercaba la noche -y como para
recordar que la fiesta era en Cuba- cortaron el servicio eléctrico. Por
suerte lo restauraron después de una hora.
En fin, se trató de una fiesta desprovista de cualquier interés
que fuera mucho más de un carretón tirado por bueyes que vendía
melones desabridos en la esquina más céntrica del pueblo, muy
cerca de un cartel que proclamaba el grito de guerra de la actualidad: Seguimos
en combate.
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