HUMOR
Aló,
presidente
LA HABANA, agosto (www.cubanet.org)
- Endiablado pana, tu conversión ha conmovido
al mundo. Quién iba a pensar que de un
simple tirador de tiros en golpecitos de estado
marrulleros y fracasados saldría un estadista
con crucifijo y todo, aunque a veces recuerdes
el pasado y sueltes uno que otro balazo conciliador
contra quienes dudan de tu estatura de Mesías
con alma llanera.
Te la comiste, chamo, y tus títulos de
Emperador del Arauca, Mariscal de los Pobres,
Libertador de las Gallinas, Gerente del Petróleo,
Sacerdote de la Verdad, Caperucita Rojo del Saber,
Albacea de lo Ajeno y Gran Inquisidor de las Ideas
Desbocadas pronto llegarán, porque tus
méritos y poderes crecerán como
las aguas del Orinoco por los cauces de una constitución
que no admite bogar contra la corriente que tú
determines como la más saludable para el
pueblo.
Y en cuanto logres equilibrar a partes iguales
la repartición de la miseria humanitaria,
le des zapatos a los habitantes de los cerros
para que los gasten en marchas en tu honor, fusiones
los medios de comunicación en uno solo
donde aparezcas en todas las emisiones, juntes
los partidos políticos a martillazos dentro
de una hoz y conviertas la sociedad civil en una
suciedad coral, el alma de caballo viejo que domina
tu espíritu comenzará a relinchar
de pasión por los humildes.
Yo lo venía venir, morocho, pues esa boina
roja, ese uniforme de camuflaje, ese rostro con
expresión de colegial en fin de curso,
esa Carta Magna en una mano y el crucifijo con
sabor a cacao cubano en la otra -al que tanto
pides y te da- son claras evidencias de tu predestinación
para el poder.
Y qué decir de tus obras yo-yo (yo sí
puedo, yo sa, yo sé
) repartidas como
el maná desde Caracas hasta Barquisimeto,
pasando por San Cristóbal, Mérida,
Cumaná y tocando puertos en Maracaibo,
La Guaira, El Tablazo, entre otros sitios de tu
añorada finca de apenas 912,050 kilómetros
cuadrados.
Qué desinteresado eres, capataz. Eso de
graduar a 100 mil analfabetos venezolanos cada
tres meses bajo el fragor de la Misión
Robinsón, o el significativo paso hacia
el adoctrinamiento sano y comprometido al propiciar
que 400 mil bachilleres sin cupo en la educación
superior de tu país puedan acceder a las
casas de altos estudios, más que un gesto
magnánimo es un joropo.
Y ni hablar de la importancia del Plan Corre,
Caracas, Corre, que a los cubanos nos recuerda
por su nombre simpático a una serie de
muñequitos rusos donde el lobo siempre
andaba a la caza del conejo, o al personaje de
la trilogía de John Updike en su existencialista
trajinar en medio del American Way of Life.
Pero donde apretaste, pana, donde le pusiste
la tapa al pomo de la clarividencia política
fue en los programas Barrio Adentro y el de Atención
Médica en tus clínicas privadas
de cinco provincias de mi país, al lograr
que los profesionales de la salud "que no
necesitamos", y las instalaciones sanitarias
que ni por asomo conocemos ni conoceremos estén
al alcance exclusivo de tus chamos.
Eso sí es internacionalismo proletario
y no un acto de desvestir a un santo para vestir
a otro, como dicen tus "escuálidos"
opositores y nuestros "mercenarios"
disidentes.
Eres un huno, chamo, y Atila sufriría
de complejos de inferioridad de haberte conocido.
Te portas como un bárbaro -no del ritmo
ni cual visigodo u ostrogodo- sino como el del
cubaneo, que significa fiera, locuaz, juerguista
y trifador, entre otras acepciones callejeras.
Pero basta de tantos elogios merecidos e insuficientes,
y vayamos a mi humilde petición.
Resulta, chamo, que después de 30 años
de trabajo ininterrumpido en una fábrica
de humo contra el mosquito invasor -el Aedes aegypti-
aún no me han entregado el bono para comprar
el televisor que me gané durante la zafra
del 70 -la de los 10 millones que no, por aquello
del bloqueo- y todavía tengo un Krim 218
en blanco y negro que le cambié a mi suegra
por un carnero, un ventilador que sólo
tenía el motor roto y cuatro pollos con
moquillo curable.
Y ahora, después de cinco años
en la lista de espera de una nueva oportunidad,
y cuando era el más seguro aspirante a
uno de los tres televisores Panda que llegaron
al centro de trabajo para repartir sólo
entre 750 militantes, me viene el del sindicato
con aquello de que los venezolanos están
más necesitados. Y yo, voluntario como
el chino, levanté la mano y estuve de acuerdo.
Pero la realidad es que lo necesito, pana, pues
no quiero morirme sin ver tu imagen en colores,
envuelto en la bandera venezolana o lanzando en
un partido de béisbol contra el equipo
Cuba, disfrazados de viejos carcamales con barbita
y todo. Te prenderé una vela del alto del
monte Avila y te ofrezco mi vasta experiencia
en las honrosas Brigadas de Respuesta Rápida
de mi país para la creación de tus
similares bolivarianas.
Por otra parte, y esto es lo más urgente,
te pido que incluyas a mi esposa en el plan de
recuperación que tienes en el hospital
oftalmológico Camilo Cienfuegos, del Vedado,
pues a ella le diagnosticaron en el Aimejeiras
una uveitis crónica hace cuatro años
y le dieron el turno de reconsulta para 2006,
y tampoco he podido encontrar la medicina para
su enfermedad.
Mándale una visa para Caracas, y que desde
allí ella regrese a su país a curarse,
en ese puente aéreo humanitario digno de
un estadista de tu talla.
Estimado pana, como quien no quiere la cosa y
sin ánimo de agobiarlo con mis problemas,
si ve a Ignacito -Luis Ignacio Gómez- el
ministro de Educación cubano-venezolano,
dígale que decenas de niños, entre
los que se encuentra mi hija de cinco años,
no podrán ingresar al nuevo curso escolar
pues aún no existen cupos para los educandos
de nuevo ingreso en esta capital, y pregúntele
si los uniformes que le dan a las hembritas cada
seis años -que de forma inimaginable se
les quedan chicos- pueden usarlos como blusas.
Además, si ve a Damo -Damodar Peña-,
el ministro de Salud, también, y a honra,
cubano-venezolano, recuérdele que ya no
hay en existencia jeringuillas desechables para
los cuerpos de guardia, no existen antibióticos
en los hospitales y farmacias y sólo existe
un efímor para cada 165 médicos
en Ciudad de La Habana. Esta última cifra
es bastante conservadora, pero los revolucionarios
no siempre podemos ajustarnos a la verdad.
Pana, no te molesto más, y te exhorto
a que demuestres tu bravura aceptando la consulta
revocatoria a tu mandato, pues estoy seguro de
que los morochos están de acuerdo en que
usted no es un simple caballo viejo de la sabana
que tiene el tiempo contao, y mucho menos que
haya un des-chave si acepta el reto recogido en
la constitución bolivariana que habita
en sus puños, como una señal de
los nuevos tiempos sin oligarcas ni dictadores.
¿Verdad, chamo? cnet/09
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