PRENSA INDEPENDIENTE
Agosto 20, 2003

ECONOMIA INFORMAL
Reflexiones

PINAR DEL RÍO, agosto (www.cubanet.org) - "Cada cosa tiene, por obligación, que tener un dueño". Mi abuelo no se cansaba de soltar esa frase. La dejaba caer con más énfasis cuando salíamos a recorrer la ciudad y nos veíamos en la necesidad de entrar a lugares públicos a merced de los hombres y mujeres que atienden cafeterías, restaurantes, tiendas de ropa.

La responsabilidad no viene sola, no da la fórmula, cada cosa tiene por obligación que tener dueño, decía mi abuelo. Y siempre decía esto cuando la responsabilidad y el responsable no aparecían. El socialismo es el sistema social más humanitario. Así reza en los escritos de los clásicos de la filosofía de las cosas sin dueño, donde todo es de todos, y todo pertenece al pueblo.

Pero el problema de los servicios se vuelve un quebradero de cabeza cuando las cosas -entiéndase los negocios- no tienen dueño. Con el derrumbe del paradigma socialista a finales de la década de los años 80, se llegó a conclusiones prácticas, y Cuba no quedó ajena. Se entró en un supuesto proceso de "perfeccionamientos y cambios", pero la responsabilidad siguió ausente, sobre todo entre los funcionarios y trabajadores del estado.

En una actividad de las llamadas recreativas, una vez concluido un maratón de actos políticos en el país, en medio del jolgorio, un funcionario expresó: "No se puede coger lucha, uno no puede resolver los líos de todo el mundo". Estaba en un círculo de confianza, y de ahí el desplante. De otra manera, jamás se hubiera expresado así. Sabido es que si hay ausencia de responsabilidad también la hay de sinceridad.

Reflexionando sobre lo ocurrido, sigo dando la razón a mi abuelo: las cosas tienen que tener dueño. Esto se comprueba en la diferencia existente entre el servicio prestado por los cuentapropistas, dueños de pequeños negocios, y el servicio que ofrecen los establecimientos estatales. Resulta obvio que el abandono se concentra en las capas populares, las que menos ingresos reciben. No olvido entonces las palabras del funcionario y me viene a la memoria una frase lapidaria de Bertold Brecht: "Primero hay que comer, después se puede hablar de moral".

Puede que el funcionario piense así desde su cómoda posición. Pero noté su total ausencia de moral por la manera en que comía y bebía. Por mi parte sigo reflexionando y no encuentro respuesta a la disyuntiva que me planteo: ¿puede el estado asumir la solución de los problemas?

Por el momento me dirijo a un cuentapropista cada vez que tengo necesidad de adquirir algo. Quedo complacido y me vuelve a la memoria la frase de mi abuelo: "Cada cosa tiene, por obligación, que tener un dueño". cnet/06


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