POLITICA
Esquizofrenia
LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Cuando
la Seguridad del Estado procedió a los
arrestos de los disidentes realizó registros
en sus casas. Hasta el gobierno mismo, por boca
del Ministro de Relaciones Exteriores Felipe Pérez
Roque, admitió que no eran armas y explosivos
lo que encontraron allí, sino libros, artículos,
cintas de audio y video. Los expedientes en fase
preparatoria y después las sentencias proveen
la información sobre los títulos
de las películas video confiscadas.
No eran cintas secretas del comandante filmadas
por su nuera, ni episodios de Cristina o Don Francisco,
sino películas sobre la experiencia de
la transición pacífica en otros
países. En la mayoría de los casos,
se confiscó la serie de documentales "Una
fuerza más poderosa" que muestra cómo
sin usar violencia puede un grupo de gente emprender
su lucha (ya sea por la igualdad racial, como
en el sur de los EE.UU, o a nivel nacional como
en la India lidereados por Gandhi).
Algunas veces había escuchado hablar acerca
de las torturas psicológicas contra los
disidentes en la antigua Unión Soviética.
Pero nunca había leído ni visto
nada sobre el tema. Gracias al documental titulado
"Esquizofrenia", donde las propias víctimas
exponen sus experiencias acerca del tratamiento
medicamentoso que recibían, la negativa
por parte del Ministerio del Interior de ofrecerles
el "alta médica (a pesar de nunca
haber sido enfermos psiquiátricos), y el
sufrimiento que resultó para ellos estar
concientes de que estaban allí solamente
por manifestar alguna opinión disidente
o distribuir octavillas; resultaron para mí
testimonios insustituibles de lo que significa
vivir bajo un poder totalitario.
Esta práctica dice mucho de los países
que no toleran ningún tipo de disidencia
y son capaces de cometer los actos más
inhumanos por tal de eliminar cualquier vestigio
de la misma. Con este documental pude percatarme
de las atrocidades que se cometían en los
países del bloque comunista y que lograron
conocerse en Occidente gracias a la valentía
de hombres como Anatoli Koryagin, psiquiatra de
profesión, quien, a pesar de tener tres
hijos, tuvo el coraje de enfrentarse al poder
totalitario y denunciar al mundo occidental lo
que ocurría con pacientes que habían
manifestado críticas a la sociedad comunista
y que eran llevados a la fuerza a hospitales psiquiátricos,
donde permanecían varios años, hasta
que un Instituto del Ministerio del Interior consideraba
que ya estaban sanos.
La actividad antisoviética era un concepto
muy amplio que podía llevar a cualquiera
al Hospital Psiquiátrico de Kashenko, donde
era "atendido" por psiquiatras formados
para responder a los intereses del Estado Socialista.
En el documental se aprecia el momento de graduación
de jóvenes psicólogos soviéticos,
quienes juraban su fidelidad al sistema. Imagen
suficiente para hacernos comprender lo difícil
que sería para alguno de ellos expresar
la realidad y el estatus de "prisioneros"
que sufrían los "enfermos mentales"
de esta época.
También hablan en el documental los médicos
psiquiatras que dirigieron esos centros. Uno de
ellos afirma que nunca se internó en estos
hospitales-cárceles a ninguna persona que
verdaderamente no estuviera psicológicamente
enferma. El psiquiatra explica el término
de "esquizofrenia latente", utilizado
por gran parte de los médicos graduados
en manuales de medicina dignos de cualquier militante
comunista.
Pero al fin, el testimonio vivaz y elocuente
de Anatoli nos devuelve el ánimo. Tuvo
el valor de denunciar que en la URSS se usaba
la psiquiatría con fines políticos.
Lo llevaron a un hospital también para
diagnosticarle alguna patología psiquiátrica.
Su valentía ante los médicos que
lo examinaron hizo que éstos lo declararan
"psíquicamente sano". Pero el
castigo a su actitud fueron nueve años
de campos forzados y tres de destierro. cnet/11
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