PRENSA INDEPENDIENTE
Febrero 3, 2004

OLA REPRESIVA
El cariño y el dolor los unen

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - La situación del prisionero de conciencia Roberto de Miranda se torna cada vez más compleja. Según testimonio de su esposa Soledad Rivas, la última vez que le vio en el hospital del centro penitenciario Combinado del Este, De Miranda presentaba manchas de color oscuro en toda la superficie visible de su piel, se quejaba de dolor en el pecho y apenas podía escribir por tener los dedos de las manos engarrotados. La salud del prisionero ha estado resentida desde el mismo día en que se efectuó el proceso judicial donde recibió fuerte condena de veinte años de cárcel. Desde horas tempranas de aquel día tuvo que ser sacado de la sala del tribunal para ser remitido al hospital. La mayor parte del tiempo de reclusión la ha cumplimentado en enfermerías de la cárcel, y en los últimos meses en el hospital del Combinado del Este.

Roberto de Miranda nació el 30 de marzo de 1946 en Camagüey. Contaba con trece años al triunfo de la Revolución y desde muy joven se inclinó por el camino de la enseñanza. Pasó el primer curso de trabajadores en Ciudad Libertad, antiguo polígono militar de Columbia, en Marianao. Integró las brigadas de alfabetización "Conrado Benítez", y al terminar aquella campaña educativa tomó un curso dirigido de artes plásticas, aunque su verdadera vocación era la psicología. Se hizo profesor de matemáticas y geografía, y ejerció como maestro de secundaria durante casi veinte años.

En mayo de 1994 es removido de su puesto de enseñanza por tener problemas con la promoción de los alumnos. Esta situación se traduce en el hecho de que a los profesores se les exigía como requisito presentar el mínimo de suspensos en sus asignaturas, preferiblemente ninguno, lo que generó que estudiantes con bajo nivel de conocimientos fueran promovidos a grados superiores. En el mismo año de 1994 se involucra en los eventos de la embajada de Bélgica en La Habana, donde un grupo notable de ciudadanos se mantuvo durante varios días en la residencia del embajador de ese país europeo con el propósito de llamar la atención sobre su situación particular y obtener permiso para emigrar de Cuba. Frustrado aquel intento, tiene que salir de la sede diplomática, siendo definitivamente separado de su puesto de trabajo y se le prohíbe ejercer la enseñanza en lo sucesivo.

Fundó el Colegio de Pedagogos de Cuba asumiendo la presidencia de esa organización, que cuenta con nueve años de creada. Dedicado a actividades cívicas y sindicales, el Colegio de Pedagogos de Cuba retoma la acción de agrupar a profesores, maestros y trabajadores de la enseñanza para defender sus derechos, promover la despolitización de la educación y fomentar la formación de valores cívicos y patrióticos en los niños y adolescentes.

La organización dirigida por Roberto de Miranda ha sentado bases en diferentes lugares de la Isla. Clases de repaso en las casas de los miembros del Colegio, actividades en fechas señaladas, como las del 28 de enero, organización de fiestas para niños, distribución de libros y bibliografía, entre otras, han sido las tareas desempeñadas por el Colegio de Pedagogos. Hay que destacar que Roberto de Miranda acogió el Proyecto Varela, siendo uno de sus más destacados promotores. Integró el Comité Gestor de este proyecto ciudadano y puso el trabajo de la asociación que él dirige a disposición de la recogida de firmas en todo el país.

Fue uno de los primeros detenidos de la ola represiva de marzo de 2003, y fue condenado a una larga pena de prisión sin tener en cuenta su edad y su estado de salud, que se deteriora día a día desde entonces.

En estos momentos la situación de este luchador por los derechos cívicos en Cuba se agrava con la enfermedad de su esposa, quien acaba de sufrir un principio de infarto cardiaco. Graves trastornos respiratorios, ataques frecuentes de asma y el peso de la injusta prisión de su cónyuge, han sido fuertes pruebas que ha tenido que enfrentar el menudo cuerpo de esta mujer. Ella ha sido el apoyo más grande que ha tenido Roberto de Miranda. Uno de los hijos del matrimonio se muestra preocupado por la actual situación de sus padres, pues en su criterio de ocurrirle algo a uno de ellos el otro no lo soportaría.

Dios permita que el desenlace final de este drama no sea trágico y se pueda lograr una solución donde la fuerza del amor logre vencer la coraza fría de las ideas. cnet/43



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