Respuesta
al 'diálogo nacional' de Payá
Ernesto F. Betancourt. El
Nuevo Herald, 4 de enero de 2004.
He visto con sorpresa que Oswaldo Payá
ha lanzado un ''diálogo
nacional'' cuando todavía no ha habido
una definición respecto a su Proyecto Varela.
Me parece que lo que se propone en el diálogo
nacional merece atención. Es más,
considero que sería preferible ir de lleno
a ese diálogo en vez de subordinarlo al
Proyecto Varela, como se indica en la propuesta.
En el texto se recogen muchos puntos, esencialmente
de tipo legal, que reflejan una labor seria y
bien pensada. Como el documento se plantea como
una iniciativa para estimular sugerencias, no
creo deba ser rechazado de frente si hay puntos
con los que no estamos de acuerdo o que han sido
omitidos, sino indicar aquellos puntos en que
nos parece que deben tomarse en cuenta aspectos
adicionales.
El primer punto es que en el diálogo nacional
se plantea la revocación de la actual constitución,
lo que le hace bien diferente del Proyecto Varela.
Una de las objeciones al Proyecto Varela era precisamente
que su aceptación llevaba implícita
la legitimación de la actual constitución.
Creo que ir a un documento transitorio nuevo eliminaría
esas objeciones y tal vez facilitaría lograr
un consenso de toda la oposición y disidencia.
Por eso es que considero preferible avanzar con
el diálogo y no condicionarlo al Proyecto
Varela.
El segundo punto es que el documento está
muy orientado a la situación política
interna y no ofrece respuesta alguna a muchos
problemas contemporáneos que tendrá
que encarar el gobierno de transición.
Ni los esfuerzos por levantar el embargo estadounidense,
ni reabrir el diálogo con la Unión
Europea, ni con el sistema interamericano, así
como con los organismos financieros internacionales
reciben la atención que merecen. Sin embargo,
tan pronto se produzca la inauguración
del gobierno de transición habrá
una situación de emergencia económica
que éste tendrá que encarar para
lograr legitimar ante la ciudadanía y el
mundo su gestión.
Tercero, el mantenimiento del orden interno con
apego al respeto de los derechos humanos y el
imperio de la ley es el espíritu de los
planteamientos que se hacen en el documento propuesto.
Sin embargo, Cuba depende hoy en día del
turismo para obtener los ingresos en moneda dura,
una industria que requiere el mantenimiento del
orden como requisito básico para atraer
a los visitantes. En esas condiciones, el plantear
la disolución de las agencias relacionadas
con la seguridad interna puede ser atractivo para
ganar simpatías en una opinión pública
harta de la represión castrista, pero no
es realista en términos prácticos,
ya que pudiera crearse un vacío de orden
que ocasionaría una situación caótica,
como se produjo en Irak al disolverse el ejército
y la policía a la caída de Saddam.
Hacen falta planteamientos que tomen en cuenta
la totalidad de las necesidades del país.
Cuarto, el ofrecer una amnistía por igual
a víctimas y victimarios me parece una
solución salomónica, pero que será
fuertemente objetada. A los que mantienen en el
poder un régimen basado en el matonismo
hay que hacerles ver que lo que hacen tiene sanción.
Prefiero una fórmula en que se recompense
y aliente a quienes dentro del aparato represivo
rompan con el régimen y no se garantice
impunidad a los represores hasta el final.
No veo que se proponga participación alguna
a la diáspora cubana en la etapa preparatoria
a la transición, aunque en los planteamientos
que se hacen se toma en consideración a
dicha comunidad. Eso ya ha originado fuertes reacciones
de rechazo a la propuesta. Creo que se debe ser
realista y tomar en consideración que uno
de los cambios irreversibles de la sociedad cubana
en materia demográfica a resultas de la
revolución es que, como en el caso de España,
Italia, Inglaterra, China y otros, la existencia
de una presencia apreciable de ciudadanos cubanos
viviendo fuera del territorio nacional será
un factor permanente en la Cuba del futuro. Esa
comunidad de cubanos de ultramar posiblemente
sea la mayor fuente de apoyo externo para la reconstrucción
de Cuba. Obviamente, el planteamiento hecho hasta
ahora en el diálogo nacional no es suficiente.
Creo que una respuesta efectiva de la comunidad
cubana del exilio, o de ultramar, como prefiero
llamarla, sería el constituir una comisión
paralela para discutir el documento y hacer sus
observaciones. Así, ampliaríamos
el diálogo nacional con las sugerencias
y perspectivas que pueden aportar los de fuera.
Documento:
Programa
transitorio
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