Cuba:
caída, crisis y resurrección
David Hernández, cartas@elfaro.net.
El
Faro, El Salvador.
La estrepitosa caída de Fidel Castro ante
una multitud congregada en Santa Clara con las
cámaras de televisión transmitiendo
en vivo el miércoles 20 de octubre luego
de pronunciar un discurso se viene a sumar a la
serie de hechos desafortunados que rondan la isla
trás el paso de varios huracanes y con
un sistema de apagones que recuerda el tristemente
célebre "período especial".
A pesar de que el patriarca cubano sigue publicando
comunicados firmados con su puño y letra
en los medios de difusión dando a entender
que tiene "todo atado y bien atado",
la inmovilización del "supremo líder",
probablemente en silla de ruedas por unos meses,
abre las puertas a las especulaciones y a las
incertidumbres, tanto entre sus incondicionales
como entre la oposición interna.
Es evidente que al igual que en la España
de Francisco Franco (no hubo franquismo sin Franco),
el fidelismo (que el próximo enero cumple
46 años de estar en el poder) sin Fidel
no tiene perspectivas en Cuba. Tienen que ser
las mismas fuerzas sociales internas de Cuba,
las encargadas de conducir una transición
incruenta hacia la normalización de la
vida democrática de la isla. En este sentido,
ni Bush ni Kerry ni cualquier lobby anticastrista
radicado en Miami, debe de ingerir en el proceso
cubano post mórtem Fidel Castro.
Mientras tanto, teniendo todavía en corpus
presentis al caudillo, la última vuelta
de tuerca que ha tenido la crisis energética
fue el cese fulminante del todopoderoso Ministro
de la Industria Básica, Marcos Portal,
de 59 años, miembro del Buró político
del Partido Comunista de Cuba (PCC), y vinculado
familiarmente a Castro por estar casado con una
sobrina suya.
Todo comenzó a finales de septiembre cuando
según la versión ofrecida por el
Presidente cubano ante las cámaras de televisión,
una avería en el rotor de la central termoeléctrica
de Matanzas, la más importante de las seis
existentes en Cuba, la dejó fuera de servicio
y por ello Cuba entró en un programa de
ajuste energético, que trajo el cierre
de 118 fábricas, la prolongación
del horario de verano para ganar una hora, la
reducción del horario laboral en media
hora en todo el país así como la
puesta en práctica de los apagones de hasta
15 horas diarias.
Las consecuencias no se han hecho esperar: suspensión
del aire acondicionado en los centros estatales,
supresión de labores importantes en hospitales
y escuelas, falta de funcionamiento de los refrigeradores
donde se almacenan productos de primera necesidad.
Castro tuvo que comparecer durante tres días
seguidos en la televisión para explicar
que ésta duraría por lo menos hasta
fines de octubre, al tiempo que, como si se tratara
de una batalla más, les exigió a
sus conciudadanos la respectiva cuota de sacrificio,
comprensión y solidaridad.
Para evitar las sospechas de rigor, un alto oficial
del Ministerio del Interior afirmó en la
televisión que la avería que dejo
fuera de servicio la central termoeléctrica
fue ocasionada por un error humano de tres trabajadores
de dicha central, y que no existe sabotaje contrarrevolucionario.
Lo cual no ha hecho más que avivar las
especulaciones sobre el origen del desperfecto
que ha dejado paralizada buena parte de la economía
cubana.
Curiosamente en estas comparecencias públicas
no se vio al respectivo Ministro de la Industria
Básica Carlos Portal, ahora destituido,
lo cual avala el supuesto de que ya había
sido dado de baja personalmente por Castro, para
servir de chivo expiatorio y cargar con los platos
rotos. La nota del diario oficial del PCC, "Granma",
lo acusó de autosuficiencia y con tendencias
a la subestimación de otros "experimentados
compañeros" que finalmente lo condujeron
"a serios errores en varios aspectos de su
actividad"; su principal error: no haber
avisado a tiempo al Comandante en Jefe de dichos
desmanes.
Una víctima ha sido la principal fuente
de ingresos del país, el turismo. Numerosos
hoteles de La Habana y Varadero han cerrado temporalmente
sus puertas, como los lujosos Riviera o el St.
John´s del exclusivo barrio de El Vedado.
La principal afectada es la cadena hotelera Gran
Caribe - en manos estatales, dirigida por antiguos
oficiales del Ejército Rebelde y de la
inteligencia cubana -, que anunció la cancelación
de 4,000 habitaciones para octubre y que envió
a sus empleados a "cursos de formación
profesional", algo que redunda contra su
bolsillo pues viven de las propinas del turista
extranjero.
Como si de una reacción en cadena se tratara,
la suspensión de la energía eléctrica
durante varias horas genera también la
puesta fuera de servicio de viejos aparatos eléctricos,
la quema de innumerables fusibles debido al cambio
brusco del voltaje, así como el descontrol
del ritmo de la producción con sus consiguientes
pérdidas millonarias adicionales.
La avería de la central eléctrica
ha golpeado, en todo caso, a una economía
altamente vulnerable, y la caída de Castro
ha abierto una subterránea y sorda competencia
por el poder entre incondicionales del castrismo,
-jefeados por su hermano Raúl Castro, quien
a propuesta del propio Fidel fue elegido sucesor
suyo en caso de su muerte desde la década
de los sesenta en un mitín multitudinario
en la Plaza de la Revolución de La Habana-,
sectores moderados aperturistas del Ejército
Rebelde y de los servicios de inteligencia, así
como entre las distintas organizaciones ciudadanas
semilegales de la isla, sin olvidar el papel de
catalizador social y de árbitro, que la
jerarquía de la iglesia católica
está tratando de adjudicarse durante una
futura transición cubana.
Todo ello se mueve en el más puro surrealismo
porque en contra de todos los pronósticos,
la resurrección de Fidel Castro está
cantada.
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