PRENSA INTERNACIONAL
Abril 13, 2005
 

La odisea

Sobrevivieron un doble naufragio y la furia del océano

By Yolanda González. Diario La Estrella, Texas, 12 de abril de 2005.

DALLAS - Ver una franja de tierra firme y luces en el horizonte, después de 59 días perdidos en medio del océano, puso eufóricos a los seis sobrevivientes cubanos.

En esa embarcación no solamente se compartió durante dos meses el hambre y la sed sino llantos, desesperación, delirio, oraciones y hasta intenciones de suicidio, violencia, rapiña y enfermedad.

Todo lo anterior aunado al vaivén interminable provocado por el alto oleaje y los vientos del huracán Charlie y de la tormenta tropical Bonnie que los desviaron mar adentro hacia el Golfo de México.

Así lo hicieron constar los seis exiliados cubanos en testimonios iniciales otorgados a la Guardia Costera, la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) y el FBI.

Zarparon de Manzanillo, primera parada

Su salida de Cuba se dio la madrugada del 26 de junio del 2004, cuando cinco hombres y una mujer decidieron partir del puerto de Manzanillo en un bote rústico que compraron a un pescador local.

Los pasajeros eran Atilania Magaly Araujo Cruz, una bibliotecaria; Miguel Díaz Cangas, carpintero y mecánico; Aldo Mesa Díaz, un soldador; Zeidel Rivero, de oficio cocinero; Orlando Requejo Pupo, un mecánico de bicicletas y Luis Estrada Sánchez, empleado de una tienda "dolarizada" en Cuba.

Rolando Pérez Rivero, un mecánico de refrigeración, se les unió en las Islas Caymán.

Desde que salieron del puerto cubano, Estrada, el séptimo pasajero desaparecido en el trayecto, se proclamó capitán del navío debido a que poseía una credencial de pesca.

Estrada trabajaba en una tienda para turistas, lo que le permitía obtener parte de su salario en dólares y acceso a un mejor nivel de vida.

A tres días de su salida, poco antes de llegar a las Islas Caymán, se dañó el motor de la frágil lancha, lo que la imposibilitó para continuar el viaje.

En el lugar, se vieron obligados a comprar un nuevo barco de 18 pies de largo con 5,000 dólares que envió desde Nueva Jersey el hermano del balsero Díaz Cangas.

También a Araujo se le depositaron 1,000 dólares de su familia residente en Miami.

Abastecidos con alimentos y gasolina para 2 ó 3 días, así como de un sistema de localización geográfica (GPS) zarparon de las Islas Caymán con destino a Cozumel, México, pero ya con Pérez Rivero a bordo.

No contaron con el cambiante clima de la temporada ciclónica en el Mar Caribe que repentinamente los enfrentó con inmensas olas y vientos provocados por el huracán Charlie y la tormenta tropical Bonnie que arrastraron al bote mar adentro en el Golfo de México.

La embarcación perdió el rumbo y se mantuvo a la deriva por otros 50 días más, en los que tuvieron que comer lo que encontraran flotando en el mar y hasta bebiendo sus orines.

Algunas veces la sed llegó a ser tan insoportable que Zeidel Rivero llegó a ocasionarse heridas en sus brazos para beber su propia sangre, indican los relatos en las averiguaciones.

Para comer, recogían algas que traían diminutos camarones enredados, pescados y a veces iguanas que por la necesidad de cocinarlos, tuvieron que desmantelar parte del motor. Habilitaron también las velas del bote para recolectar agua de la lluvia.

Pasaban los días y el cuadro en la embarcación no aparecía muy prometedor.

Mesa Díaz, delirante a lo largo del viaje habló de suicidarse enredándose el ancla al cuello para tirarse al mar; el mismo Mesa Díaz se rehusó a remar argumentando padecer cáncer terminal; Araujo se mantuvo vomitando, mareada y sedada con meprobamato y Estrada sufría frecuentes ataques de llanto aferrado a las fotografías de su madre y su hija.

En esos largos días de confusión, se suscitó la desaparición de Estrada, el séptimo pasajero, quien aparentemente se cayó del bote mientras cumplía con su guardia nocturna, de acuerdo a unas versiones.

El misterio del séptimo pasajero

En el testimonio de Araujo, ella dice que despertó al escuchar gritos en el bote y sus compañeros le informaron que Estrada se había arrojado al mar.

En su declaración señala que los balseros le recalcaron varias veces esa versión.

Ella entonces le pidió a Requejo que saltara al agua para intentar rescatarlo, pero éste le respondió: "¿Está loca?, está muy oscuro y las olas están muy grandes".

Luego, Requejo volvió a preguntarle enfático si había escuchado que Estrada se tiró al agua.

En uno de los reportes de la Guardia Costera, Araujo afirmó a los agentes que no creía que alguno de los pasajeros a bordo pudiera haberlo empujado al mar.

El incidente de la desaparición del séptimo pasajero nunca volvió a ser abordado por los balseros durante su travesía. Tampoco lo comentaron a las autoridades directamente.

Los exiliados cubanos constataron que una vez que Estrada estuvo ausente, Requejo destruyó las fotos de la madre e hija del desaparecido y arrojó sus pedacitos al mar.

También el testimonio de Araujo estableció que al día siguiente de la desaparición de Estrada, Requejo se posesionó de las pertenencias del balsero desaparecido, incluida su ropa, su reloj y dólares.

Por el reloj de Estrada que mostraba la fecha, Araujo se enteró el 5 de agosto que era su cumpleaños y trataron de festejarla en el bote. La bibliotecaria cumplió 55 años de edad en la travesía.

Desde que se había acabado el suministro de gasolina y comida, las tensiones habían aumentado entre los pasajeros de la embarcación, principalmente entre Requejo y Estrada.

Requejo siempre dudó de la pericia de navegación de Estrada, con quien estaba enojado porque desde que salieron de Cuba le advirtió que la vida de todos estaba en sus manos. Estrada reaccionó aislándose de los demás en un extremo del bote durante el viaje.

Poco a poco, Requejo fue tomando el liderazgo en el navío. Y también atemorizó a los demás con un cuchillo que siempre portaba, según los relatos.

Mesa Díaz, de hecho, acusó a Requejo ante los agentes del ICE de haberlo apuñalado en el cuello y los brazos durante una trifulca en el bote. Las fotos de las huellas de esas agresiones constan en las investigaciones.

Y no sólo eso. También lo culpó de haber empujado a Estrada al mar.

A la fecha Requejo sigue rechazando haber empujado a Estrada. En una carta dirigida a su hermana Walquiria y a su abogado, Joel David Vera, Requejo reitera que Estrada se cayó al mar, según lo asentó desde el comienzo de la investigación.

Mesa Díaz y Requejo fueron acusados y encarcelados juntos en Camagüey, Cuba, por el robo de unas piernas de puerco de una compañía de embutidos, lo que es castigado en Cuba con años de prisión.

Requejo cumplió sólo cinco años encerrado, de los 10 años de su sentencia, debido a su buena conducta, informó su tío Walfrido Rodríguez, residente en Dallas.

El arribo a Texas

"Yo no podía desesperarme, me sentía el líder moral del grupo y sólo lloraba a solas en las noches y oraba más, pero importaba más seguir dando aliento a quienes iban perdiendo la esperanza de llegar vivos a tierra", explicó Requejo en el apartamento de su hermana en Dallas.

Ahí en esa entrevista, mostró un diario donde escribió los detalles de la travesía. El cuadernillo de unas 4 pulgadas de alto, permaneció todo el viaje celosamente cubierto en una bolsa de plástico para que no se mojara.

Sin embargo, al revisarse la modesta bitácora, no se encontró ninguna alusión ni comentario sobre la desaparición de Estrada.

Tampoco se halló una línea que aportara una pista en relación al desvanecimiento del séptimo pasajero.

Poco antes de alcanzar las costas de Texas, los náufragos encontraron una plataforma petrolera de donde tomaron algunos comestibles, chalecos salvavidas, directorios telefónicos y otros artículos.

"Me sentí como un papelito en medio del mar", describió Requejo en una carta a su abogado y a su hermana Walquiria Requejo desde su confinamiento.

Cuando detuvieron al grupo de cubanos a su llegada a Corpus Christi, encontraron en posesión de Requejo tres credenciales pertenecientes a Estrada, una licencia de conducir, un carnet de identidad cubana y una identificación como miembro de la federación cubana de pesca deportiva.

No se pierda la tercera y última parte de este reportaje mañana miércoles 13 de abril.

Yolanda González
ygonzalez@diariolaestrella.com
214-631-7460 Ext. 106

 

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