PRENSA INDEPENDIENTE
Enero 10 , 2005
 

SOCIEDAD
Un día como todos en La Habana

Juan González Febles

LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - La calle Luz, en el tramo comprendido entre la calle Reyes y la Calzada de Diez de Octubre, es una estampa de miseria. De forma especial, el espacio entre la calle Delicias y la calzada. Este es el espacio de las ciudadelas, las casas de vecindad, los solares. Viven muchos negros y mestizos. También hay blancos, pero lo que no varía es la miseria. Esa está garantizada para todos.

El pasado 25 de diciembre fue Navidad para todo el mundo. Bueno, para casi todo. En la calle Luz muchos no se enteraron. La recorrí en Navidad para alcanzar un camello en la calzada. En Delicias, un cartel pedía a los vecinos que cuidaran su medio ambiente. Había niños y perros jugando en la calle. Los recipientes plásticos donados por la Generalitat de Cataluña rebosaban de desperdicios.

En la acera, un negro calzado con las ya anacrónicas chancletas de palo escuchaba música. Estaba sentado en un taburete muy usado. El taburete se apoyaba en la pared de madera azul que da entrada al pasillo central del solar. El hombre tenía los ojos cerrados, la cabeza blanca en canas. No cabía duda de que era un viejo.

Escuchaba a Panchito Riset que entonaba una vieja melodía. Era una canción de amor de su época. Un cuartito acogedor que estaba "igualito, como cuando te fuiste". Me acerqué para oír la canción. Conseguí entablar conversación con el negro. Me dijo que la grabadora era un regalo de su nieto. Lo dijo con el orgullo con que los ancianos se refieren a sus nietos. Disfrutaba del presente del nieto ausente y esto lo hacía muy especial.

Era sólo un equipo de radio, reproductor de CD y cassettes marca Aiwa. Me dijo que su nieto se marchó a Chile y se lo regaló junto con varios CD de música cubana de los años cincuenta. Desde entonces se sentaba en ese taburete a compartir la música. Vivía solo desde que enviudó. O al menos en esa soledad relativa de los que conviven en un solar en La Habana.

Afirma que las mujeres de ahora no tienen comparación con su difunta Corina. Es mejor seguir solo. El "voltaje" está muy alto en la calle. La cosa está mala. Le pregunto cómo pasó la Nochebuena. Me responde con otra pregunta: "¿Cuál Nochebuena, cuál Navidad?" Afirma que la Navidad se acabó porque el pueblo de Cuba perdió la vergüenza.

Habla sin pensar bien en lo que dice. Se muere de nostalgia por su Corina, por su nieto y por la Navidad. Comparte la nostalgia de su música con el pésimo hábito de ponerla en el volumen más alto. No hay fecha más triste que la Navidad. Es la energía especial de un amor que lo llena todo con una dulce tristeza.

O quizás la Navidad habanera sea un día como todos en La Habana. O quizás le falta el amor que alegra la pobreza y la hace soportable.

Me alejo y lo dejo con Panchito Riset. Con el cuartito limpio y sin miseria que le queda en sus recuerdos. Con la Navidad, que a pesar de sus reproches no ha muerto en su corazón.

El aire sopla más fresco que de costumbre. Una triste esperanza y una piedad infinita por esta gente, mi gente. Es el único capital real de esta Navidad. En este día, como todos en La Habana, seguimos aquí. Estamos a la espera de que esto termine.

 


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