La
prisión informativa
Adolfo Rivero Caro, El
Nuevo Herald, 7 de octubre de 2005.
El pasado lunes 3 de octubre fue nada menos
que el 40 aniversario de la fundación del
Partido Comunista de Cuba (fidelista) y del diario
Granma. ¿Quién les iba a decir a
Julio Antonio Mella, Fabio Grobart y demás
fundadores del primer Partido Comunista de Cuba
que, 40 años después, en Cuba habría
un PCC en el poder? ¿Y que no era el de
ellos? ¿Y que, con el tiempo, los mejores
aliados de ese PC cubano iban a ser una teocracia
islámica en Irán, una dictadura
hereditaria en Corea del Norte y un gobierno militar/populista
en Venezuela? Y, como si fuera poco, ¡que
la Rusia comunista habría desaparecido
y que Moscú sería una pujante capital
capitalista! Sí, queridos lectores, lo
único absolutamente cierto sobre el futuro
es que es absolutamente impredecible.
Nos podemos burlar, muy justificadamente, de
las pretensiones revolucionarias (hacer un mundo
justo) cuando las comparamos con sus resultados
prácticos (un mundo del que todos quieren
escapar). De lo que no podemos ni debemos burlarnos
es de la enorme influencia que tiene el marxismo
en la cultura contemporánea desde hace
un siglo. Ahora mismo, el marxismo es la religión
de masas más importante del mundo. Es una
religión porque se apoya básicamente
en la fe, y los hechos no pueden contra ella.
Uno de sus dogmas centrales es la fe en que se
puede eliminar la pobreza y que no se ha conseguido
únicamente por falta de voluntad para hacerlo.
¿Cuál ha sido el obstáculo
principal? Por supuesto que la oposición
de los poseedores, de los ricos, de los ''privilegiados''.
Justamente, ése es el objetivo fundamental
de la revolución: barrer con la oposición
de los poseedores, de los ricos y de los privilegiados
para hacer una sociedad ''justa''. Cómo
conseguirlo ha sido una discusión de siglos
que, en gran medida, tuvo su culminación
en la fundación del moderno Partido Comunista.
El Partido Comunista es uno de los inventos políticos
más importantes del siglo XX.
Sus inicios están en el II Congreso del
Partido Obrero Socialdemócrata Ruso de
1903. En la discusión de los estatutos
del partido hubo un inesperado choque de fracciones.
Una, encabezada por Martov, Axelrod y Plejánov,
quería crear un partido obrero de masas
y, a los efectos, pensaban que para ser miembro
del partido bastaba con estar de acuerdo con su
programa y pagar una cuota. Era lo que se había
planteado siempre en todas partes. Sin embargo,
una fracción, encabezada por Vladimir Ulianov
(Lenin), planteó con extraordinaria energía
que, además de eso, los miembros del partido
tenían que militar en un comité
de base. ¿Por qué? Porque los miembros
del partido no podían actuar como les pareciera.
En esas reuniones periódicas del partido
se iban a discutir todos los temas de relevancia
política. Temas que, buscando la unidad
ideológica, habían sido abordados
anteriormente por el periódico del partido.
Cuando Lenin salió para el exilio consideraba
que la primera tarea de los revolucionarios rusos
era crear un periódico (Iskra, La Chispa).
Ese periódico debía, por supuesto,
orientar a los miembros y simpatizantes del partido.
Pero no sólo eso. La misma tarea de distribuir
clandestinamente el periódico en toda Rusia
obligaba a crear una organización para
su distribución. A eso era a lo que se
refería Lenin con su famosa frase de que
el periódico era ''un organizador colectivo''.
La existencia de una dictadura en Cuba nos ha
hecho comprender a los cubanos la importancia
de la prensa. El 99.9 por ciento de la población
saca sus opiniones políticas de la prensa.
La misma presentación de las noticias ya
nos está sugiriendo qué es importante
y qué no lo es. Las noticias nos dan la
información. Los editorialistas y analistas
la interpretan. El individuo que está dedicado
a su trabajo tiene en la prensa una especie de
secretariado que le informa de los problemas sociales
existentes y de las distintas soluciones que se
proponen para su solución.
El papel político fundamental de la prensa,
en efecto, es homogeneizar y uniformar opiniones.
Un mundo sin prensa sería un mundo culturalmente
atomizado.
Cuando el PC consigue establecer su dictadura,
el partido único tiene su correspondencia
en el periódico único. En la lucha
por ofrecer información y opiniones alternativas,
la prensa independiente de Cuba ha jugado un papel
extraordinario aunque todavía no haya sido
lo suficientemente aprovechado. Radio Martí,
por su parte, sigue siendo imprescindible dado
su carácter nacional y popular. Y no tenemos
que menospreciar el papel que juega la pequeña
pero sorprendentemente efectiva distribución
de El Nuevo Herald desde la Oficina de Intereses
de EEUU en La Habana. Todos son arietes de la
libertad tratando de echar abajo los muros de
la prisión informativa.
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