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16 de octubre de 2008
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Extirpe de Palma Real 

Yosvani Anzardo Hernández 

HOLGUÍN, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - La madera sobrevive al árbol del cual proviene. La madera siempre hará honor a la especie que le vida. Un cedro siempre será un cedro y la caoba nunca dejará de ser tal aunque el árbol del cual fue parte haya muerto. 

El hombre, por el contrario, tiene que demostrar de qué está hecho mientras le quede vida, y morir cuando el momento le sea propicio, no cuando el tiempo disponga de él. Para vivir con honor donde falta el decoro hay que saber morir. En tales circunstancias prolongar la existencia es mancillar para la eternidad lo poco de honrado que tal vez nos quede para legar a nuestros hijos. 

El problema no es que nuestro entorno sea dominado por algo o por alguien. El problema es que ningún hombre baje la cabeza ante nada ni ante nadie.

Cuenta la leyenda que los marinos terminaban junto a sus barcos, en los arrecifes, por resistirse al canto de las sirenas. 

Pero una cosa es la tentación, y otra el engaño. Ninguna ideología ha cantado más y mejor en toda la historia de la humanidad que la socialista. Una y otra vez ha sido el origen de algunos de los mayores males del planeta.

La integración regional de los países es buena, pero la creación de la unión de repúblicas socialistas bolivarianas, si tal cosa nace, inspirada como está, en el odio a buena parte de los gobiernos y poderes del mundo, y a la vez con sed de poder supremo, el planeta se enfrentará a los mayores peligros de su historia. 

Muchas de las promesas y sueños socialistas hoy son realidades capitalistas, pero no en teoría sino en la práctica. Parte de Europa hoy tiene la salud y educación que los cubanos con gran algarabía pretendimos siempre tener, engañando a todos, pero sobre todo engañándonos nosotros. Hoy reímos cuando nuestro país es visitado por personalidades extranjeras que, luego de ser conducidas por el hospital Pando Ferrer, el Frank País o el Ameijeiras, expresan ante los medios sus respetos por el sistema de salud cubano. Pero nadie viene a visitar cualquiera de los hospitales provinciales o municipales donde se atiende a los cubanos. Fatalidad. 

Ahora lo que me preocupa no es cuándo y cómo va a terminar todo. Eso lo tengo bastante claro. El problema radica en quiénes se harán cargo de la situación. Sí, porque somos fatales. Tres décadas después de instaurada la república, explota la revolución del 33 contra la dictadura de Machado, de donde surgió un joven sargento que el 4 de septiembre de 1934 subió al poder a través de un golpe de estado. En 1952 Fulgencio Batista repitió la película. Pero antes, en 1940, fue ayudado por los socialistas y sus aliados y ganó las elecciones de aquel año.

Pero como nosotros tenemos suerte para eso, Batista fue sustituido por otra revolución y otro revolucionario, o sea, una nueva dictadura, tan evidente que no hay nada que comentar. Esta vez tenemos que romper ese hilo conductor. Los pueblos instruidos son fáciles de dirigir y difíciles de gobernar, por eso el gobierno piensa que el pueblo es mal agradecido.  

Todos los pueblos necesitan hombres y mujeres que piensen, pero el nuestro más que ninguno, porque el final no es el fin de la dictadura, sino el comienzo del sentido común, para así demostrar por primera vez en la historia de Cuba, que no estamos hechos de caguairán, cedro, o chambelona. Somos de blando corazón y dura corteza, porque nuestra extirpe es de Palma Real.

 

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