La bola pica y se extiende 

Alejandro Tur Valladares , Jagua Press 

CIENFUEGOS, Cuba, marzo (www.cubanet.org) -  Uno de los aspectos en que el gobierno cubano está siendo más cuestionado, particularmente por los organismos internacionales que se especializan en el monitoreo y denuncia en la situación de los derechos humanos alrededor del mundo, se refiere a las dificultades que encuentra el cubano para acceder a  Internet. 

Por ello, ni corto ni perezoso, el régimen se ha lanzado a una campaña desesperada de relaciones públicas, fundamentalmente frontera adentro, tratando de cambiar la percepción que la población tiene del tema. En periódicos nacionales han comenzado a aparecer alusiones sobre los “avances” que en el campo de la informática dice haber alcanzado el país. 

Maestros en el arte de la manipulación de los términos, acaban de inventarse un nuevo concepto para explicar el poco uso que tiene Internet entre la población. A la falta de la accesibilidad individual que padece el nativo, no se le llama censura, sino “uso racional de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones”. 

Entre las excusas más recurrentes del oficialismo a la hora de explicar el porqué de la falta de conexión ciudadana a la red de redes, se hallan la falta de recursos económicos, tecnológicos y de seguridad. En este sentido, Boris Moreno, viceministro de Informática y Comunicaciones, expresó: “Cuba se conectó a Internet en la década de los 90. La política más responsable es privilegiar los accesos colectivos, que es la línea que ha seguido Cuba y pensamos seguir estimulando. Eso incluye ampliar este servicio para facilitar o mejorar la conexión de los centros de investigación, de salud, culturales, universidades y otras instituciones de educación, así como entidades vitales para la economía”. 

Aunque actualmente existen –según el viceministro– 1 millón 400 mil usuarios de redes informáticas en Cuba, éstos se reparten entre los que hacen uso de los correos electrónicos (incluidos los de alcance nacional), los que navegan en la red cubana, sin salvoconducto para salir fuera de nuestras fronteras –conocida como Intranet– y quienes acceden plenamente a Internet; cifra que no rebasa el 10%. 

Según estadísticas oficiales, el 59% de los usuarios en la red cubana accede a estos servicios desde sus oficinas, el 16% desde sus centros de estudio, el 14% desde sus casas y el 8% desde los Joven Club de Computación y Electrónica, o los servicios habilitados en las oficinas de Correos de Cuba y la Empresa de Telecomunicaciones S.A. (ETECSA). 

Esto se explica, entre otras razones, por la baja disponibilidad de teléfonos que padece el país, los excesos de prohibiciones que impone el oficialismo y la falta de computadoras. Hasta el cierre de 2008, en todo el país existían unas 630 mil computadoras, lo cual da un promedio de 5,6 por cada 100 habitantes. El 34% de ellas se hallaban en sectores priorizados por el Estado. La cifra enunciada al principio comprende a las computadoras que están en instituciones del gobierno, las que han sido introducidas por particulares desde el extranjero y las compradas en las tiendas recaudadoras de divisa. 

Algunos no dan crédito a las críticas que se le hace al régimen por limitar el acceso a  Internet por razones políticas, y acuden a las manoseadas excusas de siempre. Plantean que el ancho de la banda es muy pobre pues no rebasa los 180 megabytes de salida y los 302 de entrada, y aseguran que el problema quedará resuelto para el año 2010, una vez que la isla se conecte al cable de fibra óptica, en colaboración con Venezuela. 

Si bien es cierto que el enlace al cable mundial va a mejorar la conectividad y rapidez, no son estos los únicos aspectos que al gobierno cubano le interesan. También deben ser incluidas la fiabilidad y seguridad. “Tenemos que lograr un acceso que nos permita protegernos, lo cual pensamos es legitimo”, expresó el viceministro a la prensa nacional, a la par que aseguraba: “Queremos enfatizar el hecho de que el gobierno cubano tiene la voluntad política de ampliar el accesos a Internet de manera segura, protegiéndonos siempre de contenidos nocivos como la incitación al terrorismo, la xenofobia, la pornografía y, por supuesto, la incitación a la subversión del orden establecido en Cuba y los contenidos francamente contrarrevolucionarios”. 

Sin embargo, la voluntad política a la que alude el funcionario queda desmentida en sus propias palabras, cuando respondiendo una pregunta de un reportero del rotativo Juventud Rebelde, referente a que si las condiciones a las que ha aludido mejoraran, se masificaría el servicio, declaró: “Esta decisión, por el momento, no está tomada”. 

Como se dice en el argot beisbolero, la bola pica y se extiende.  Y lo más triste: no sabemos hasta cuándo.