Otra mirada
Adrián Leiva Pérez
MIAMI, Florida, marzo, (www.cubanet.org) -La actuación del equipo cubano de béisbol en el segundo Clásico Mundial ha generado polémicas en los fanáticos de nuestro pasatiempo nacional.
Si dentro de Cuba las opiniones llueven, en Miami la repercusión no ha sido es menor. No faltan en ambas orillas cubanos que, aunque pienso que son una minoría, disfrutan la derrota de Cuba. Y no lo hacen por falta de patriotismo, sino por la desmedida politización del deporte cubano que rebasa toda lógica razonable y lo convierte en un asunto de Estado.
Históricamente los peloteros cubanos han llenado de gloria los terrenos en diversos países donde han jugado. Las grandes ligas vieron desfilar, vistiendo los trajes de varios equipos, a deportistas de la talla de Adolfo Luque, Camilo Pascual, Antonio Oliva y, más recientemente, Rene Arocha, el Duque Hernández, entre otros grandes de nuestro béisbol. Hoy, el espíritu del olimpismo lastimosamente se ve erosionado por la politización a que me refería anteriormente que hace que, a diferencia de lo que ocurre resto del mundo, estos peloteros cubanos sean oficialmente considerados traidores y marginados de integrar la selección nacional y hasta de regresar al país. Estoy seguro que la inclusión de estos deportistas en nuestra selección sería un orgullo para ellos, que jamás han dejado de ser cubanos, y deleitaría a la afición nacional.
Mucho se ha hablado sobre las reflexiones y las intromisiones de ex gobernante cubano devenido manager por control remoto, desviando la atención de lo que nos debería preocupar: las deficiencias, si es que las hay, en el desempeño del equipo nacional.
Realmente los cubanos se prepararon con todo rigor para el clásico. En un torneo corto y de gran calidad por todos los equipos cualquiera puede ganar el trofeo de campeón mundial.
Sucede que hasta ahora los cubanos nos creíamos invencibles en el béisbol, sin percatarnos de que la calidad del juego en los demás países ha aumentado. Intentar justificarse con la presencia de los peloteros profesionales, es una burda excusa y en nada contribuye a ver donde deben trabajar los técnicos de nuestra selección nacional.
En los pronósticos pre campeonatos además de Cuba, salían como favoritos, Venezuela y Republica Dominicana, sin descontar que los anfitriones pudieran regalar una sorpresa. Por la parte asiática no se vaticinaba un desempeño a la altura de acontecido, aunque se esperaba brindaran una fuerte batalla en el terreno.
Las combinaciones en los lanzamientos del cuerpo de serpentineros de los equipos asiáticos, sobre todo los cambios de velocidad, hicieron sus estragos en la selección nacional cubana.
En el más puro espíritu deportivo, lamento, como gran parte de los cubanos, que nuestra selección nacional no se coronara campeón mundial. Dejo a un lado tanta contaminación política que intoxica el sentido del deporte en nuestro país, y siento como mía la victoria o la derrota de nuestra delegación, toda vez que representa también a mi patria y mi bandera, aunque un gobierno intente adueñarse de ellas.
Resta ahora trabajar por elevar la calidad de nuestro deporte nacional, sobre todo en los lanzamientos combinados y continuar brindando a la afición cubana el más sano espectáculo deportivo que, más que un juego, es una tradición para todo nuestro pueblo. |