Día de las madres
Adrián Leiva
MIAMI, Florida, mayo, (www.cubanet.org) -Cualquier día es bueno para levantar un monumento a todas las madres. La más exquisita palabra por el mejor de todos los poetas sería solo un pálido reflejo de la abnegación que permanentemente nos brindan nuestras progenitoras.
Ayer los cubanos, y una buena parte del mundo, celebraron el día de las madres. Quienes ya no gozan del privilegio de tenerla físicamente visitaron el cementerio para llevar flores al lugar donde reposan sus restos. Otros tendrán que elevar una plegaria desde la lejanía.
Los que tienen aún la dicha de tenerla viva, se reunieron en torno a la “viejita” amada, sirviendo también la ocasión para el reencuentro con el resto de la familia.
Lamentablemente muchos cubanos no pudieron celebrar la jornada junto al ser más querido. Ni siquiera llevarles flores a su tumba o darles un beso si ella está con vida. Y esto por razones ajena a su voluntad. Unos guardan prisión, no importa donde, ni por qué motivo. Otra gran parte está lejos de la tierra que les vio nacer. Todos son hijos de Dios y de esas madres que sufren. El dolor materno carece de color político, es solamente dolor.
Para algunos cubanos, que residen en el exterior estar al lado de su progenitora se hace sencillamente imposible. Les ha sido negado hasta asistir a los funerales de esa persona tan especial en la natal Cuba. El gobierno de la Isla niega ese derecho natural, que es la entrada al propio país, a ciudadanos que no constituyen ningún tipo de amenaza contra la nación.
Medidas anticubanas, y sobre todo anti humanas de este tipo, ilógicas e incompatibles con cualquier filosofía que proclame la justicia social, realmente atentan contra el derecho más sagrado de un pueblo y la familia. Destruyen la base de la soberanía nacional.
Las madres cubanas lloran en silencio. La que más lágrimas ofrece es la Madre Mayor, la Patria cuyo seno es derecho y hogar de todos sus hijos, de todos los cubanos.
Ningún gobernante ni gobierno es eterno. Las buenas obras son las que perduran y de ellas estamos todos los cubanos necesitados. Se puede ser revolucionario, pero primero se precisa actuar como ser humano. Cuando se invierte lo anterior y la condición humana queda en segundo plano, se pierde el horizonte de la justicia.
El domingo día de las madres muchos cubanos no pudimos estar junto a nuestras progenitoras. La de carne y corazón. La de tierra y raíz. Se nos negó una vez más ese derecho de darles un beso y el regalo de nuestra presencia a ambas ladres. Queda abierta la pregunta sobre la causa que lo impide
¿Justicia “revolucionaria” o injusticia humana?
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