En Honduras se mide la democracia contra las intensiones dictatoriales del hemisferio.
Nelson Núñez Dorta
QUERÉTARO, México, octubre, www.cubanet.org -Muchos errores y acciones fallidas, se han dado en la crisis hondureña, éstos comenzaron por la expulsión de su presidente constitucional, llegando a la actitud de intromisión e imposición de un importante grupo de países, sin establecer negociaciones con un gobierno civil, que aunque no ha logrado el reconocimiento internacional y ha sido sometido a presiones de todo tipo permanece en el poder y dirige la nación y, sin dudas, desde el principio de la crisis debió tenerse en cuenta.
La situación de Honduras no surgió de la nada y en las causas que dieron origen a esta crisis, está la clave de la solución. Zelaya es un presidente democráticamente electo y de ahí la legitimidad de su mandato, pero debemos preguntarnos: ¿puede un presidente legítimo gobernar por encima de la constitución de su país irrespetando al poder legislativo y judicial? Es precisamente en ese momento donde su presidencia comienza a perder legitimidad y debe ser detenido en sus intensiones manifiestas de perpetuarse en el poder, actitud muy de moda en nuestro hemisferio, no importa del color político que sea.
Realmente dejan mucho que desear las izquierdas y movimientos progresistas de Latinoamérica, donde hoy más se ve este modelo, que consiste en crear, aceptar y adorar figuras, al más viejo estilo estalinista, dando a entender que aun no saben desarrollarse en la pluralidad, como organizaciones, y que necesitan de un guía absoluto, un caudillo al que entregan sus emociones y su voluntades.
El castrismo con más de cincuenta años y el chavismo con más de diez son la muestra del camino que, como una moda, muchos de estos personajes ambiciosos pretenden seguir.
“Nuestro jefe máximo”, “nuestro comandante”, “nuestro guía y líder indiscutible”, son algunas de las expresiones maoístas, que hoy se puede escuchar de lacayos astutos e incapaces, que viven a la sombra de estos personajes y defienden su derecho a ser siempre lamebotas de un dictador.
Honduras ha sabido poner freno a las aspiraciones de su presidente legítimo de convertirse a través de argucias, en otro seguidor de la comparsa de gobiernos latinoamericanos de estilo autoritario. La histeria y las amenazas de los patrocinadores y cómplices de Zelaya no han servido para nada; quizás sí, para unir más a las fuerzas de la libertad y la democracia de la pequeña y empobrecida nación y obligar al dialogo a tantos que trataban con métodos injerencistas de imponer condiciones al país hermano.
Es la vía del dialogo con todos y no de la imposición de partes, la mejor forma de solucionar los conflictos, esto parece que también en Honduras, deben aprenderlo la OEA y su secretario general. |