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Nadie a salvo

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press  

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - El ministro de Salud Pública, José Ramón Balaguer, de 78 años, salió el jueves 22 de julio del escenario político por la puerta de la defenestración. Tuvo mejor suerte que el ex secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, Carlos Lage, y el otrora canciller Felipe Pérez Roque. Ambos, en su momento, fueron vilipendiados y blanco de un unánime rechazo, incluso por parte de Fidel Castro, quien los aporreó en una de sus reflexiones con el fin de ampliar el margen del descrédito y certificar de manera especial su condición de cadáveres políticos.

La remoción del alto funcionario se produjo sin otros efectos posteriores a la escueta nota oficial donde se subraya que fue un pedido de Raúl Castro. En la nota se observa un discreto reconocimiento a su labor al frente del Ministerio de Salud. Además, se informa que Balaguer se reincorpora al trabajo del Partido en el Comité Central. Es decir, conserva algunas de sus prerrogativas, a no ser que tal generosidad sea un movimiento táctico para un posterior golpe, más severo, cuando las circunstancias lo permitan.

Es posible que su vieja militancia en el Partido Comunista, del cual fue uno de sus fundadores, haya sido uno de los motivos que lo libraron de un dramático despido. No se puede olvidar que es un fiel integrante del sector más ortodoxo del poder y de su  proximidad al círculo de confianza de Fidel Castro. 

La destitución le da mayor visibilidad a una crisis hacia el interior del poder. El nivel de contradicciones entre los miembros de la nomenclatura podría estar escalando hacia niveles críticos.

El sistema está en el tope de sus posibilidades y la amenaza de fractura ya no es una utopía. La caída de Balaguer y el ascenso de Roberto Morales, de 43 años, y actual viceministro primero de la referida entidad, es parte de un episodio con otras réplicas por venir.

Aunque es complicado desentrañar los verdaderos orígenes y todas las aristas de estos eventos, es factible pensar en motivaciones relacionadas con previos enfrentamientos entre los dogmáticos a ultranza negados a cualquier reforma, y quienes apuestan por enrumbar el sistema por la vía vietnamita, con calibradas aperturas económicas bajo la hegemonía del partido único.

Se acercan instantes de definiciones políticas, económicas y sociales. Nadie sabría predecir que pasará en Cuba en el transcurso de los próximos años.

Diversos factores objetivos y subjetivos, empujan a un contexto ajeno al inmovilismo. No son muchas las opciones de Raúl Castro cuando el tiempo se agota y el país demanda una evolución hacia formas de gobierno sin los lastres de la ideología de ordeno y mando.  

José Ramón Balaguer carga con el mayor desastre en el sector, ocurrido en enero de 2010. La muerte de una treintena de pacientes, ingresados en el hospital psiquiátrico de La Habana a causa del hambre y las bajas temperaturas, puso en entredicho las publicitadas bondades del sistema de salud cubano.

Muchos esperaron su inminente remoción tras el macabro suceso. Algunas personas  que se enteraron del fatal incidente por vías extraoficiales, pues apenas se publicó nada al respecto, estiman que el anuncio del despido tiene vínculos con aquella tragedia.

Es probable que sí, pero no sería el único pretexto. Dentro de la cúpula hay forcejeos, quizás violentos choques de opiniones que, sin dudas, proveerán más candidatos a la defenestración en un futuro cercano.

oliverajorge75@yahoo.com




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