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Cenizas alumbradas por la poesía

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Los poemas del libro Cenizas alumbradas (Fundación Instituto Lech Walesa, 102 pp. 2010), de Jorge Olivera Castillo, son un viaje inquietante por la memoria individual  y colectiva del cubano, a través de las múltiples sensaciones generadas por versos que habitan como seres vivos cada página.

Dotados de un estilo vigoroso que no detiene el ritmo, frena las metáforas o hace trastabillar imágenes que tejen como manos el hilo poético de la historia, logran, desde lo anecdótico personal, tender puentes comunes con las vivencias del otro, en una especie de déjà vu coral donde coinciden todos frente al espejo abierto del poema.

Sin malabarismos estilísticos, rupturas cosmovisivas de moda, ni rebuscamientos transgresores de una corriente conversacional donde el sujeto lírico se multiplica, la vida en su complejidad resurge como ave Fénix de las Cenizas alumbradas por la poesía.

Nacidos de la serenidad y el entusiasmo, del amor y la herida, de la frustación y la esperanza, los poemas recorren un amplio espectro sensorial y físico de personas que viven al margen de sí mismas, o dialogan plenas de embriaguez vital con los fantasmas de sus obsesiones.

Dividido en dos partes que, aunque delimitadas, tienen puntos de convergencia en los temas y tonos, el poemario se adentra en un mundo que a veces nos parece irreal, pero en verdad existe detrás de esas paredes desconchadas y en las calles oscuras, donde el poeta dice, en el poema Prejuicios:

Me duele la ciudad en su parto de extravagancias / el perro desgreñado / la anciana que musita un discurso contra el ayuno. / Hierve en mi paciencia / la chica en minifaldas y zapatos altos / que siempre acierta en el disparo contra el extranjero. / Me duelen los sacrificios cóncavos, / las revoluciones tísicas y en paños menores / la esperanza marchita.

Dolor por la ciudad que se derrumba delante de sus ojos sin poder hacer nada. Rebelión en medio de un contexto policial que, aún siendo inocente, lo incrimina: Soy un candidato al presidio. / Alguien a merced de los inquilinos del cuartel. / (Culpable). Y reto a quienes le hipotecan la vida: Voy a entrar en el huracán / de frente y con una espada de seda. / Escribo dictadura, pobreza, pan y circo / (Desafío), son algunos poemas esenciales en esta primera sección del libro.

Otros hablan de la paranoia general que sacude a los cubanos (Golpes en la puerta), a los heraldos de la hipocresía (Insolencias), al derecho a expresarse (Barbarie), o hablan de la necesidad de unirse frente al abismo: Huir es petrificar la memoria. / Ahogar el honor en aguas podridas, / firmar un pacto con las serpientes / (Cenizas alumbradas).

Pero también el amor tiene su canto en poemas como Frente al espejo: Disfruto el asalto al espejo. / La piel embadurnando la superficie de plata. / El reloj jadeante y la ligera impresión / de ser un candidato a morir de impaciencia /. O, Certidumbres: Te veré nítidamente desde las alturas / con los brazos abiertos, / el torso desnudo / y los pies descalzos.

Poemas hechos a manos desde el corazón, a pecho descubierto y sin máscaras o hipocrecia, las Cenizas alumbradas por Jorge Olivera Castillo demuestran que el poeta, más allá del talento y la inspiración, es dueño del oficio.





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