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El pulpo eléctrico

Francisco Chaviano González

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Antonio Guiteras, el popular líder político de la década de los treinta se recuerda por sus leyes a favor del pueblo y en detrimento de la entonces Compañía Cubana de Electricidad, a la que tildaba de “pulpo eléctrico”,  porque sus redes de energía se extendían por la ciudad absorbiendo el 10% del peculio ciudadano por el pago de su servicio, que hasta 1959 no llegaba a 10 pesos por vivienda.

La revolución de los Castro confiscó el pulpo eléctrico y con él la polémica sobre el precio del kw. Mientras que el salario se duplicó en 50 años, el costo de la electricidad creció diez veces, con lo que el consumo promedio (incrementado además en 50%) rebasa la mitad del salario promedio. Las viviendas que tienen un aparato de aire acondicionado, que solamente usan de noche, promedian un gasto de alrededor de 250 pesos (3/4 del salario).

Por esta razón el pueblo tiene que robar la electricidad adulterando el metro contador, lo que se hace posible porque los aparatos no están herméticamente sellados. A los más viejos le echaban sal para que se oxidara el mecanismo y marcara un consumo menor; a otros bastaba con aflojarle un tornillo y  se detenía; a los más modernos hay que desconectarlos, y no falta quien tiene un desvío oculto cuyo consumo no pasa por el registro.

La Empresa Eléctrica utiliza inspectores que hacen incursiones intempestivas a las viviendas sospechosas de ilegalidades. Así le ocurrió hace algún tiempo a mi vecino, un comunista rancio, con varias misiones internacionalistas, y listo siempre a colaborar contra los opositores al régimen. De madrugada, poco antes del amanecer, llegaron los inspectores y comprobaron que una parte de la casa estaba abastecida por un ramal no registrado por el metro. Le pusieron 500  pesos de multa y el pago de poco más de 3 mil, que calcularon había dejado de abonar.

Pero no faltan los excesos de esta empresa estatal y sus inspectores. La empresa, para reducir la enorme diferencia la energía consumida por la población y los pagos recibidos; los inspectores, para extorsionar a los infractores en beneficio propio. En estos empeños una y otros incurren en todo tipo de violaciones y atropellos.  A veces se aparecen con una cuenta astronómica que inexplicablemente multiplica varias veces el consumo habitual, como le ocurrió recientemente al conocido disidente Félix Bonne. Otras, ante una rotura del metro contador, viene el inspector y, sin mayores averiguaciones, acusa de robo al cliente, pone una multa severa y le adjudica una deuda más elevada que la real. Esto último le ocurrió a mi esposa hace algún tiempo; finalmente la empresa tuvo que reconocer el error y retractarse. Si el cliente  no se pone duro tiene que pagar, o sobornar al inspector.

Esto último le acaba de ocurrir a Soraya Echevarría Morales, vecina de calle 280 # 1113, en Santa Fe: el contador se detuvo y al llegar el cobrador se percató que la lectura era la misma del mes anterior, señalándole que debía reportarlo, lo cual ella  hizo. Cuando apareció otro inspector, argumentó que el aparato estaba alterado y multó a Soraya con 500 pesos, y una supuesta deuda de varios miles. Los afectados se negaron, lo acusaron de estar promoviendo el soborno y ahora se encuentran inmersos en un litigio que seguramente les traerá algunos sinsabores. Así es nuestro nuevo pulpo eléctrico. ¡Si Guiteras pudiera verlo!




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