El
Arte
Querido hermano
Leandro:
Gracias a los tristes,
los melancólicos, los grandes depresivos, existe ese Universo que
llaman Arte. Tal vez el día que la biogenética corrija las
deficiencias biológicas el Arte morirá, porque el hombre será
entonces un tipo perfecto. Viviremos en un mundo eficiente, sin guerras. En
la Caja de Pandora se guardarán otra vez todos los males, y junto a
ellos la esperanza, que era lo único bueno que nos quedaba. Y
sobrevivirá el Apocalipsis de lo Perfecto.
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Basco
Querido hermano
Leandro:
El maestro Basco me
dijo:
-Los estados
depresivos son muertos que nuestros enemigos nos envían o que uno
recoge en la calle.
Él, antes de
acostarse, se desnuda ante el espejo y unta su cuerpo con cascarilla. Por la
mañana, antes de salir a la calle, hace lo mismo: cascarilla de la
cabeza a los pies. También me confió que hoy se consultó
con el Babalao, quien le espantó a 10 muertos. Y me afirmó
que las enfermedades son muertos que se acomodan en el organismo. Ellos se
establecen, se aferran al cuerpo y no hay ebbó que los haga salir. El
Maestro Basco tiene 70 años y dice que los vecinos de la calle
Villegas, colindante con su estudio, lo someten diariamente a un bombardeo
ininterrumpido de brujerías. Dice que son "enviaciones" de
muertos oscuros traídos de la parte del cementerio donde entierran a
los asesinos que han sido fusilados en cautiverio.
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Casa de locos
Querido hermano
Leandro:
Salir a la calle es un
desafío. El rostro de la gente es un espejo. Cuando me enfrento a la
multitud, la multitud me devuelve el deterioro que padezco.
Todos huyen de la
Isla: intelectuales, artistas, militares, agentes secretos, obreros,
campesinos, bandidos, religiosos, valientes, cobardes, cuerdos, locos,
patriotas. Todos huyen. Han estado huyendo desde los primeros días de
revolución. Y los que han elegido el enfrentamiento han terminado
fusilados o cumpliendo largas condenas. Algún día se sabrá
cuál ha sido el misterio. Por lo pronto estoy persuadido de que en
todo este lío hay trampas.
Aunque continuar
viviendo en Cuba es intolerable, matarme no sería una verdadera solución.
Yo, desde hace años, estoy muerto. Además, un verdadero
motivo para suicidarme hubiera sido la separación de Ofelia. Y no lo
hice.
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¿El final?
Querido hermano
Leandro:
He salido a la calle
rumbo al policlínico, a las dos de la madrugada, con un perro dolor de
muelas. En el policlínico me dijeron que no podían atenderme
porque el instrumental esterilizado se agotó y no hay agua para
preparar uno nuevo. Además, la doctora se marchó a su casa.
Entonces me desplacé hacia otro policlínico. Al llegar, el portero
me explicó que la dentista le había ordenado que dijera a
todo el que llegara con una urgencia, que el equipo estaba roto. Pensé:
-Esto tiene que ser el
final.
Pero no. No hay tal
final. No habrá final aunque nos arrastremos por la calles entre la
mierda y la basura. Mientras el área dólar funcione no importa
que el resto de la sociedad se paralice. Siempre me ha sorprendido aquella
declaración de Faulkner en la famosa entrevista (The Paris Review)
cuando dijo:
-El hombre tiene miedo
de descubrir lo mucho que puede soportar.
Son las cuatro de la
madrugada. La oscuridad de la ciudad es como una madre sabia, y el dolor de
muelas es mi compañero.
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El poder del rey
Querido hermano
Leandro:
El cubano sigue siendo
un pueblo ingenuo. La figura del rey sobrepasa la comprensión de sus
habitantes. Estoy harto de la Patria y el odio chovinista contra una de las
naciones más positivas de todos los tiempos. Me siento aplastado por
la propaganda. Debo dormir como las momias y despertar al final. Después
me gustaría perderme en el anonimato de las grandes ciudades, feliz
entre las masas esclavas que disfrutas los beneficios del Primer Mundo. En
ese anonimato escribiría mi obra literaria. |