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Introducción

Sobre el autor

Capítulo XV


"El héroe se me quedó a medias. Me pasé la vida pensando que yo podía ser igual que esos rostros entre seráficos y diabólicos de los libros de historia, pero mi historia es otra, un montón de sueños fracasados", me dijo con la legua gomosa y apoyó la cabeza en la barra del bar. Se quedó murmurando algo ininteligible.

Yo veía borroso y lo que menos me importaba era escuchar relatos de frustraciones. Tenía más deseo de beber. Beber hasta embobecerme, ser un idiota de alcohol, matar la puerca lógica que me obligaba a pensar coherentemente. Asesinar todo vestigio de lucidez, llegar a la casa más por instinto que por dominio de mí mismo y dormirme, dormirme sin darme cuenta de que Zaira no estaba, que yo mismo le había pedido que se fuera y que ahora no me explicaba por qué el hueco desde el estómago hasta el cerebro, desde el cerebro hasta el cielo.

Zaira, hija de puta, la insultaba en su ausencia. ¿Por qué me llenas de soledad? ¿No te diste cuenta que yo lo único que quería es que me trataras como este niño grande que soy? Doy un puñetazo en la barra y todos me miran como se mira a un loco. Nada, qué niño grande de qué. Yo lo que soy es un bárbaro y la boté pa'l carajo.

Sacudo la cabeza. Hay algo que no está funcionando bien. Parece que estoy pensando en voz alta. Ay, el ron me está haciendo efecto. Parece que estoy hablando mierda. ¿Qué bárbaro de qué? Lo que soy es un comemierda que la hirió para ahora estar emborrachándome como un puerco. Yo lo que soy es un machista de basura que alardea de su fuerza, de su voluntad, de su valentía, y que cuando se queda solo el corazón se le estruja como un estropajo y los cojones se le empequeñecen como un par de papas metidas en un frigorífico y que entonces no tiene valor para decirle a nadie que está destrozado, que se equivocó y hasta se pone a hablar mierda del gobierno en voz en cuello, para que los demás crean que su sufrimiento se debe a la frustración de un proyecto social que se pintaba como el mejor sobre el universo y que es tan mierda como todos los demás que han existido sobre la tierra porque en realidad ninguno puede evitar las catástrofes interiores del hombre y en verdad lo que haces es liberar la energía de un sufrimiento tan primario como el de la incomprensión entre los seres humanos para vencer lo cotidiano.

Reflexiono. Pienso. Sí. He hablado mal del gobierno, pero no sólo ahora que sufro por Zaira. Antes también lo hacia y lo seguiré haciendo. Esto no es lo que me dijeron en la infancia y la adolescencia. Me encabrona saber que me han engañado. Aunque no sé. A lo mejor lo que pasa es que esta cabrona tiene a otro tipo y aprovechó la ocasión para salir limpia del trance de separación y que yo sea el culpable. Entonces, estoy como el poema de Ernesto Cardenal: "Cuando supe que amabas a otro me fui a mi cuarto y escribí ese artículo contra el gobierno por el cual estoy preso". Eso es desquitársela con el primero que pase. Y si nadie acepta tu provocación, porque te conocen o te quieren o saben que estás en baja, la emprendes con el siempre vulnerable gobierno. Cualquiera que sea.

¡Coñó…! Estoy casi delirando. Salto de un pensamiento a otro sin que medie relación. Sí, es verdad, esa reflexión del gobierno no es mala, aunque sea de curda. La voy a anotar para cuando se me ocurra una novela, endilgársela a un personaje.

Quiero escribir una novela. ¿Me será posible? Es que todo está escrito, todo está dicho, y de todas las formas es casi un milagro poder escribir una novela que resulte por lo menos novedosa. Creo que nací tarde. Mucha sensibilidad, mucha agudeza para analizar la realidad, pero perogrulladas al fin, porque siempre descubro que lo original dura lo que demoro en investigar y darme cuenta de que alguien se me adelantó y dijo lo que yo afirmo ahora.

Una novela tiene que ser una historia nueva. Pero ¿qué hay nuevo sobre la tierra? A todos nos ocurre lo mismo, nacemos, crecemos, nos emborrachamos, sufrimos… y pa'l hueco. ¡Coño, que filosofía más pedestre! Pero es verdad, la verdad, la verdad verdadera es que la insulto y trato de disminuirla para librarme del peso que me dejó en el alma cuando al fin decidió irse, para apartarme del hueco que me dejó en el costado y que no sé llenar con nada porque lo único que soy es un animalito de costumbres que ando como manco cada vez que me agencio una separación.

"Yo quise ser campeón en todo y no soy más una diana agujereada después de la competencia", me dice levantando la cabeza de la barra.

Creo que ha dormido mientras yo pensaba un poco de mierda.

"Tengo cuarenta años y lo he vivido todo. Siempre me dijeron que estaba sacrificándome para el futuro. Pero el futuro es esto. Ya. ¿No? O ¿hasta cuándo? ¿Cuándo es el futuro? ¿Cómo se lo explico a mi hijo?"

Se quita los espejuelos. Tiene los ojos brillosos por unas lágrimas que no acaban de brotarle.

"Topi, topi", me dice, insinuándome que somos unos ingenuos, unos cándidos, unos románticos que todavía nos emborrachamos por una mujer y chocamos la frente como en esos juegos infantiles que uno recuerda de su padre y ha repetido con sus hijos.

"Topi, topi" repito y trato de ordenar mi pensamiento. Lo tengo todo revuelto, todo mezclado. No sé cuándo estoy hablando de Zaira, cuándo del gobierno y cuándo de las berracadas que hemos hecho en todos los años de vida que ahora nos vienen arriba. Trato de recordar cuántos años lleva él emborrachándose por Guillermina, creyendo que es por otra mujer, pero que siempre es la misma. Uno nunca se enamora dos veces con la misma fuerza, después lo que hace es imitar los sufrimientos de la primera, pero ya no es más que una puesta en escena. A ver, a ver, catorce años, sí, por ahí. Su hijo tiene dieciséis años, y ellos se divorciaron cuando el niño tenía dos.

Con este peo no sé ni restar muy bien. Ojalá la pasión de ánimo, como dicen los viejos, no me dure tanto como a él. Catorce años emborrachándose por una mujer es casi cadena perpetua, y uno no es tan culpable, que ellas también son del coño de sus madres pa'lante. La misma Zaira, me ha hecho sufrir, pero el machismo, que en el fondo no es más que una nueva manera de estoicismo, no le permite a uno andar regando por ahí las mierdas que le hace a uno su mujer. Porque ¿qué dirían los demás? Que uno es un caga'o y no va. De eso nada. Uno, macho ahí, que para eso papá no los dijo desde chiquitico. Después en bebezones haces tres o cuatro versiones distintas de tu relación y su final, mas las tres o cuatro versiones de ella y ya nadie sabe, como en la historia, lo que sucedió de verdad. Que si te pegó los tarros, que si tú se los pegaste a ella, que si ella era una inútil, que si el inútil eras tú, que si la inventaste porque estabas muy solo y andabas con las uñas largas y la camisa sucia o ella te inventó a tí porque estaba muy sola y andaba buscando a alguien que la invitara a soñar, como en las películas, y a la gente le importa poco que les cuentes cómo fue, porque ellos tienen otras noticias y ya armaron otra versión que no tiene nada que ver con tus versiones ni con las versiones de ella, y así la verdad no la saben más que tú y ella, y al poco tiempo tampoco la saben, porque en el esfuerzo de olvidarse el uno al otro han olvidado no sólo los malos ratos sino también los buenos y la historia de la relación es una tonguita de mierda que mientras menos se revuelva mejor, para que no apeste ni aburra.

Capítulo Catorce

Capítulo Diescicéis





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