![Introducción](pifano2.jpg)
|
![Sobre el autor](titulo.gif)
Capítulo XVIII
Dolor, dolor, cómo duele la
cabeza. Emborracharse es una de las tantas maneras de comer mierda. Te embriagas
creyendo que resolverás los problemas que tienes y que si no los
resuelves por lo menos los olvidas, y es la gran berracada. Al otro día,
además de sentirte pésimamente mal, los problemas están en
el mismo lugar. No hay medicinas para las inconformidades interiores del hombre.
Sólo el tiempo, en su jodida manía de irse, arregla las heridas
invisibles del pensamiento, dejando tras de sí un mapa de cicatrices
indelebles.
Coño, qué dolor, qué
dolor de cabeza. Ganas de vomitar. Tengo el estómago hecho un pleito de
gatos. Si Zaira estuviera aquí me herviría una de esas infusiones
que aprendió de su abuela y en menos de dos horas mi salud sería
de hierro. Zaira, hija de puta, ¿será verdad que, como la juventud,
te fuiste para no volver?
|