2008:
tensiones, incógnitas y perspectivas
Jorge Olivera Castillo, Sindical Press
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Es prematuro predecir
el derrotero de lo que se llamó revolución socialista
y resultó ser el germen de un régimen de fuerza que todavía
persiste en contra de vaticinios, y toda una serie de análisis
en torno a la imposibilidad de conservarse inmune a influencias y presiones
durante un lapso tan largo.
Cuba sigue igual. Hay pinceladas de posibles cambios, trazos que indican
reformulaciones y conceptos ajenos a la ideologización a ultranza
que tuvo su génesis a partir de 1968, cuando se dio la orden
de estrenar la “ofensiva revolucionaria”.
Bajo estos términos se arrasó con las últimas parcelas
de libertad que prevalecían y vino la siembra del terror, la
delación, los decretos y poco después una Constitución
como salvaguarda legal a un gobierno negado a aceptar las reglas de
un estado de derecho.
La dictadura persiste en la isla, marcha al compás de un tiempo
que parece acabársele, pero tal vez sea solo una idea forjada
con una lógica muy proclive a errar de acuerdo a lo sucedido
en los 49 años precedentes.
¿Estaría la nomenclatura acopiando
fuerzas para reemprender otro ciclo de poder con ciertas variaciones
en las formas e igual contenido? ¿Sería posible, de acuerdo
a realidades objetivas y circunstancias que se añaden a subjetividades,
todo ello vinculado a la ausencia de un liderazgo carismático
y fuerte a la manera de Fidel Castro, reciclar un estilo de mando que
evite mayores rupturas y calamidades socio-económicas a un pueblo
fatigado, harto de promesas incumplidas y restricciones ridículas?
Más que nunca se precisa de una filosofía basada en lineamientos
modernos donde una de las prioridades sea el avance de las fuerzas productivas
a través de una legislación que viabilice, regule e incentive
el trabajo particular. Ya es hora de decirle adiós a la creación
de atmósferas favorables a la confrontación, la intransigencia
y a continuar enarbolando una unanimidad afín con la mayor de
las tonterías.
Un país mejor es factible desde la perspectiva de un gobierno
que comience a romper esquemas arcaicos, que junto a los aciertos exhiba
los errores, que abra el diapasón de oportunidades hoy cerradas
por alucinantes decisiones.
Hoy se habla de los problemas, se tocan asuntos antes vetados por medidas
escritas sobre el papel y otras diligentemente lanzadas al aire por
algún cacique con potestades extraordinarias.
Aunque Raúl Castro ha abogado más de una vez por el debate
y la crítica, tales posibilidades no cuentan con respaldo legal
para los ciudadanos que quieran exponer sus inquietudes o confrontarlas
en un ambiente de tolerancia y comprensión. ¿Por qué
no pensar en un marco donde el derecho a la libertad de expresión
se consagre como un elemento al servicio de todos los cubanos independientemente
de sus preferencias políticas? ¿Y los más de 60
presos de conciencia que purgan largas condenas de cárcel por
sus valoraciones contrarias al último reducto totalitario del
hemisferio occidental?
Son obvias las contradicciones, pero quizás sean las primeras
etapas que intervienen en la disolución o rebaja del hermetismo.
¿Tácticas para sobrevivir? ¿Estrategias para un
continuismo a corto plazo? ¿Primeros pasos a una transición
a la democracia? Es difícil conocer lo que se mueve detrás
de cada exhortación contraria a los postulados que rigieron la
vida en la isla durante casi 5 decenios.
“Eso es pura retórica”. “Nada va a cambiar,
aquí lo mejor es irse aunque sea para Haití”. “Raúl
Castro es un zorro, es peor que Fidel”. “Dentro de poco
Fidel va a cumplir dos años sin gobernar y la vida sigue igual,
no hay mejoría”. En esas coordenadas se mueven las opiniones
del pueblo. Evidentemente las esperanzas, si las hay, son modestas.
Muchos cubanos se han creído el cuento de la eternidad. Insisten
en que el totalitarismo seguirá imponiéndose a pesar de
la grave convalecencia de su líder y posible muerte.
La indiferencia y el escapismo dominan el ambiente popular. Son las
defensas contra un régimen que marca la existencia de 3 generaciones.
Definitivamente el cambio saltará las barreras de contención
que quieran interponer sus enemigos. Lo que sí no puedo adivinar
es si en Cuba habrá un Deng Xiaoping, un Mijaíl Gorbachov
o un Václac Hável. 2008 podría ser el año
exacto para esclarecer el rumbo de la fallida revolución socialista.
Sólo basta desear que sea una transformación gradual y
pacífica. A los visibles y ocultos actores de lo que nada ni
nadie podrá detener les digo: manos a la obra.
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