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Un voto por el escepticismo

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press 

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Temo que la señora Bárbara Lee no esté favoreciendo un escenario donde confluya la libertad individual con una descentralización del poder que ponga fin al dominio absoluto del Partido Comunista. Cuba es el punto de referencia. El motivo para adherirme a esta idea, en relación a las intenciones de la delegación del caucus negro del Congreso Norteamericano que recientemente visitó la Isla.

La clase política afro norteamericana ha mostrado a través del tiempo una tradicional simpatía por la revolución cubana. Ha sido y es una actitud que alcanza a otros sectores como el intelectual y el artístico.

El lado romántico del socialismo es lo que ha prevalecido en la mente de gran parte de esa comunidad. Todavía, para muchos de ellos, está fresca la imagen de los barbudos entrando en la Habana en 1959, las posteriores maniobras populistas que hicieron retoñar el igualitarismo y la asunción de una política de denuncia, ruptura y confrontación permanente con los Estados Unidos.

Desde los inicios se tuvo especial interés por contar con el apoyo o el silencio de los representantes de la población negra de la nación vecina. Esto formaba parte de una estrategia basada en el llamado tercermundismo. En relación a este país se refleja en el reforzamiento de los clichés que marcan a los de piel oscura como víctimas del establishment. Ahora tales formulaciones han perdido relevancia con la ascensión de Barack Obama al cargo de Presidente. No obstante, se persiste en buscar elementos que ayuden a mantener los índices de credibilidad en este tema.

No sería prudente generalizar, pero la mística redentora de los inicios del proceso revolucionario, junto a ciertas afinidades que encuentran explicación a partir de la confluencia de razones históricas, políticas, psicológicas, es la línea directriz del pensamiento de los más destacados exponentes de este sector respecto a la Isla. El subjetivismo termina dictando las pautas en la estructuración de estas aproximaciones.


Eso encierra un peligro con serias probabilidades de crear mayores confusiones y retrasar todavía más el reloj de la historia, sobre todo si se mira desde un viejo edificio de la Habana Vieja. No descarto que Bárbara Lee crea en el discurso gubernamental dado en elaborar definiciones humillantes a quiénes dentro de Cuba abogan por un Estado de derecho.

Mucho peor sería que tuviera como lógica y veraz la versión esgrimida por los propagandistas del régimen de que los disidentes figuran como una sucursal del exilio más ortodoxo en sus formas de combatir al castrismo.

Si mis sospechas no son infundadas y realmente quisiera esta vez errar de manera rotunda, se le estaría haciendo un flaco favor a la causa de la democratización del último reducto del estalinismo en el hemisferio occidental.

La comunidad negra norteamericana debe saber que existe una gran disparidad entre lo que se presenta en calidad de ejemplo de gobierno del pueblo y para el pueblo, y una suma de resultados sin nada en común con la palabra revolución.

Bobby Rush, uno de los tres congresistas que conversaron con Fidel en su lecho de enfermo le comunicó algo interesante: “Obama puede mejorar las relaciones con Cuba, pero Cuba debe ayudar a Obama”. Esto es más alentador. Sin embargo, es prematuro prescribir la evolución de los acontecimientos.

La gentileza de los anfitriones para con los visitantes no dice nada. Me inclino por pensar en el desarrollo de otra maniobra en el largo epílogo de una ideología que rehúsa adaptarse a los nuevos tiempos.

El señor Rush parece más compresivo y abarcador en torno a la problemática cubana. Si hubiese tenido la oportunidad de hablar con él, una de las prioridades del diálogo hubiese estado sustentada en el drama de los presos políticos y de conciencia enterrados bajo las humedades de las celdas y el olvido. Sigo pensando que no existe voluntad en la élite para emprender cambios de envergadura. Por eso hay que aguzar el discernimiento para detectar fraudes y otras digresiones.

Espero algunas aperturas, obviamente leves y bajo el control del partido. No más. De la democracia no veo ni una veta de sombras.

oliverajorge75@yahoo.com