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Asamblea  del poder popular

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - La sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba concluida recientemente, fijó las pautas a seguir para los cubanos en el año que transcurre.

El sábado 1 de agosto, en el Palacio de las Convenciones, el 97, 7 por ciento de los diputados aprobaron dos leyes, al parecer muy importantes para el futuro de la nación cubana, según lo expresado en  las intervenciones y los discursos que conformaron el orden del día.

Primeramente, se aprobó la  Ley del Sistema Nacional de Museos de la República de Cuba, según palabras de Abel Prieto, ministro de Cultura, “más abarcadora que la derogada Ley 23 de  los museos municipales, que databa del año 1979, porque parte de las necesidades actuales, y viene a cubrir en términos jurídicos y a reforzar la autoridad de las direcciones de los museos”.

En Cuba existen 168 museos, a los que  se suman 50 adscriptos a instituciones y ministerios, fundamentalmente de las Fuerzas  Armadas y del Interior. El ministro  Prieto recalcó: “No perder la memoria histórica y salvaguardar la identidad nacional son las tareas  prioritarias del momento”.

También se aprobó la Ley de la Contraloría. Uno de los problemas fundamentales que ha tenido el socialismo cubano es el irresponsable control de los recursos. El desvío es el efecto que deriva de tener en las manos el erario público sin control ni arbitrio. Sólo después que el dirigente incurre en “delitos ideológicos”,  estos desmanes implícitos en su contenido de trabajo salen a la luz como actos de corrupción.

Una intervención de Armando Hart  haciendo loas a la Constitución de 1940, nos recordó que es precisamente ese documento el emblema de la oposición interna, en su lucha por restituir la democracia y los derechos de los ciudadanos.

La retórica fue un elemento implícito en las intervenciones de esta sesión ordinaria. General Presidente, fueron dos palabras repetidas hasta el cansancio por el historiador de la ciudad Eusebio Leal, quien, cauteloso al igual que los demás diputados, se aseguró de incluir en sus palabras citas de los discursos de Fidel y de usar siempre una entonación humilde y melosa.

El ambiente de consenso inducido reinó  durante las horas que duró la sesión, puesto de manifiesto cuando Raúl Castro tuvo que detener, con la  dureza de un regaño, un aplauso prolongado que no le había permitido terminar una oración de su lectura.

“Esperen por lo menos a que termine la idea --dijo-. Ustedes no saben siquiera lo que les voy a decir y ya están aplaudiendo”.

Raúl Castro reconoció que, en lugar del planificado 6 por ciento de crecimiento, sólo se alcanzaría 1,9. Puso los corazones de todos a latir más rápido cuando dijo que no habrá congreso del Partido Comunista, pero se realizaría una Conferencia Nacional contemplada en los estatutos de la organización.  “Luego de un período de doce años sin congresos, es necesario  separar o liberar a una parte del Comité Central y renovar la nomenclatura de la máxima instancia partidista”.

Todas las leyes se aprobaron por unanimidad. Ricardo Alarcón, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular dijo durante las votaciones que resultaba un insulto preguntar si alguien estaba en contra o se abstenía.