www.cubanet.org
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente y su autor.
 

Por no perder la inocencia

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - La secretaria de un directivo de la corporación Cubalse (en vías de disolución) ha perdido su abanico. Y puede estar a punto de perder la inocencia. Aunque tal vez no se resigne a admitirlo, dado el carácter irreversible de ambas pérdidas.

Como la mayoría de los militantes del Partido Comunista de Cuba, ella fue conducida a un local de rigurosa confidencialidad para mostrarle una película de video donde se exponen, dicen que con detalles minuciosos, gráficos, los errores de un grupo de altos dirigentes del régimen recientemente defenestrados. 

Pero a los militantes se les prohíbe entrar al local de la exhibición llevando consigo otro objeto que no sea la imprescindible ropa. Es evidente que la dirección de su partido no les tiene confianza. De modo que aplica medidas extremas, tan ridículas como humillantes, para evitar que graben, filmen o tomen nota de lo que se les muestra, no sea que luego salgan a contarlo en la calle.

Un inconveniente imprevisto es que pueden perderse los objetos que son retenidos en la puerta. Es lo que ha ocurrido con el abanico. Aunque tampoco es la única desventaja de los organizadores. Peor que el riesgo de que se pierdan las cosas, incluso aún peor que la naturaleza chambona de la medida, es su inutilidad. 

Porque de todas formas, nada ni nadie ha podido evitar que los pormenores mostrados en este video sean ahora mismo la comidilla del minuto en las calles habaneras.

Desde la conducta venal y ordinaria de Otto Rivero, recogedor de sobras en las mesas de los banquetes protocolares, hasta la prescripción médica que Raúl Castro extendió al ex-canciller Pérez Roque para que tome píldoras para la memoria, ya que insiste en no recordar sus pecados. Desde la bufonesca imagen de Carlos Valenciaga, con una botella colocada por debajo del pantalón, en la zona de la portañuela, hasta la contrita contrición del infeliz Carlos Lage, en contraste con el proceder canallesco de su amigote, Conrado Hernández...

Los carnavales vinieron adelantados este año, a través de una película que podría ganar el Gran Coral si le permitiesen participar en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. De hecho, tiene ya asegurado de antemano el premio de la popularidad. Y de una manera exclusiva. Muy pocos la han visto en la pantalla, pero la mayoría de nuestra gente de a pie conoce el argumento de cabo a rabo, y se divierte de lo lindo comentando cada escena.

En tanto, la militante que perdió el abanico tal vez continúe buscándolo, por no perder la inocencia. Como los protagonistas de la película buscan el perdón negando la culpa. Como los enjuiciadores buscan diluir sus faltas en las de los culpables. Y como el pueblo se ríe de sí mismo, riéndose de unos y de otros.