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Caída libre

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Quedaron fuera del juego. Para disipar las dudas y apagar el alboroto internacional, dos cartas de renuncia dirigidas a Raúl Castro haciendo dejación del resto de responsabilidades no citadas en la nota oficial, donde aparecen los nombres de todos los depurados y promovidos. Carlos Lage y Felipe Pérez Roque sellan su forzada despedida cumpliendo el ritual de los caídos en desgracia.
No hay que esforzarse para observar entre las escuetas misivas, el terror a quedar en el limbo, después de invertir tanto tiempo en labrarse una carrera dentro del esquema de poder. Se percibe el tono de quiénes piden clemencia y una nueva oportunidad con tal de enmendar esos errores que, aseveran, cometieron.

La suerte se les agotó. Fueron los elegidos para el sacrificio de turno en cumplimiento de las reglas de juego sobre el tablero revolucionario. No eran la gente ideal para dotar al gobierno de Raúl de una proyección política dirigida a elevar los índices de racionalidad. Además, el momento demandaba pasos tendientes a crear mayores expectativas en relación a un cambio de rumbo.

También podría haber pesado en las remociones, sobre todo en la de Lage, la valoración de analistas y políticos, no cubanos, como el posible rostro de un futuro gobierno de transición a partir de sus decisivos aportes a las tibias reformas económicas de los años 90.  

El caso de Pérez Roque, sustituto de Roberto Robaina, podría estar vinculado a ambiciones personales que determinaron actitudes que superaron los límites de sus funciones en el ámbito de las relaciones internacionales.

El ahora cesanteado ministro de Relaciones Exteriores tenía en su contra, una total falta de carisma y el hecho de haber sido colocado en ese puesto por Fidel Castro y no por haber tenido la experiencia y el tiempo requerido para dirigir esos asuntos de manera inteligente.

Esas cartas publicadas recientemente en la prensa oficial, no sirven como guía para encontrarse con las auténticas causas de las destituciones. Sólo ofrecen las pruebas de otra versión cubana de las purgas estalinistas. Como es costumbre, las víctimas hacen su mea culpa y declaran su fidelidad a la ideología sobre la que hicieron sus pedestales y sus tumbas.  

Nunca entendieron la dialéctica de una dictadura. Ya es tarde para comprenderlo. Sus cabezas ruedan y no descarto la posibilidad que haya gente por ahí pidiendo patearlas como pelotas de fútbol.

oliverajorge75@yahoo.com