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Redescubrir a Cuba

Miriam Leiva

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Un reportaje de Tele Turquino mostró las visitas sorpresivas de Lázaro Expósito, primer secretario del Partido Comunista en la provincia Santiago de Cuba, a pequeñas fábricas de alimentos donde encontró condiciones higiénicas inmundas. Es un novedoso método del dirigente, pues durante decenios los controles de las instancias superiores han sido conocidos con suficiente tiempo para esconder las deficiencias y esperarlos con el personal completo, vestido con sus mejores galas, y preparar agradables informes.

Usualmente no se visitan los lugares con problemas, o se posponen las visitas hasta crear las condiciones apropiadas. El triunfalismo  dedicaba el tiempo a las inauguraciones pomposas y actos para agasajar al “aguerrido colectivo que cumplió heroicamente las metas”. Repartía banderas con su correspondiente diploma. Incluso los dirigentes y los trabajadores más destacados disfrutaban de diversos premios como casas de visita u hoteles en  playas, gratis o pagados a precios irrisorios en moneda nacional. Luego se incorporaron los “estímulos” en moneda convertible CUC), conocida como chavito.

La falsedad se acendró en la sociedad cubana, porque en las esferas de poder preferían el engaño, y quien develara los secretos podía esperar severos castigos. Como resultado, las construcciones demoraban años en concluirse, sus techos se filtraban, las conexiones hidráulicas y eléctricas no funcionaban; los equipos instalados ya estaban obsoletos, faltaban partes sustraídas para resolver necesidades particulares, o sencillamente no funcionaban. De todos modos eran inauguradas con gran algarabía y, si el desastre resultaba demasiado evidente, se culpaba al bloqueo del imperialismo.

La llamada doble moral ha destruido el interés y la disciplina laboral, la exigencia higiénica, la educación formal y, más nocivo aún, los valores morales. El robo se convirtió en “resolver para escapar” o “luchar para sobrevivir” porque el salario es ínfimo. Los controles económicos se eliminaron, y al restituirse resultaron deficientes. Se reporta un desempleo del 1,7%, porque las plantillas están sobrecargadas de personas que no asisten al trabajo, y por cualquier otra causa.

La excepción del mal funcionamiento, deficiente calidad y ausentismo en Cuba es la regla. Costo de producción, rentabilidad, y muchos otros conceptos elementales fueron despreciados como taras del capitalismo.  Durante años la población tuvo que recurrir al “sociolismo” para resolver necesidades fundamentales, como un saco de cemento para reparar el hogar, lo que evolucionó en negocios corruptos con grandes dividendos monetarios. Entonces se acometía la batalla contra el despilfarro, los macetas (personas adineradas), las grúas enormes desviadas para colocar un tanque de agua, una gran mezcladora de cemento para hacer una casa, un camión transportador de bebidas o alimentos sustraídos del puerto, y tantas cosas más.

Para aliviar la crisis general del socialismo cubano, se experimentan nuevos métodos; planes pilotos  ejecutados por los dirigentes a nivel provincial.  Parece ser el caso de Expósito en Santiago de Cuba, luego de haber echado a andar la provincia Granma. Es el cubano emprendedor de siempre, que al permitírsele iniciativas y cierta libertad de decisión obtiene resultados apreciables. El reportaje de Tele Turquino no se ha presentado en la programación nacional, pero ha llegado a La Habana, y circula underground en DVD y memorias flash, métodos que ya no son novedosos en el archipiélago.

“Vine al azar. Una manera es oyéndola y otra viéndola”, decía Expósito a los trabajadores en los centros donde encontró insectos paseando por la masa para hacer croquetas; en la fábrica de panqué con gran ausentismo, y un empleado durmiendo en la mesa de elaboración; en el matadero donde sólo se veían los grillos; y en la fábrica de galletas donde se desperdiciaron 3 toneladas de masa preparada para hornear porque no garantizaron previamente los envases.
Se dice que Expósito es considerado en Santiago un dios, por los cambios logrados en los servicios y las ofertas en restaurantes, cafeterías, ventas agrícolas y otras mejorías. Su llegada coincide con las obras de construcción del acueducto para suministrar agua a una ciudad sedienta durante decenios, las reparaciones del barrio San Pedrito y de infraestructuras dañadas por los ciclones.

En realidad, las cinco provincias orientales han estado olvidadas durante 50 años por quienes emigraron de allí a La Habana como dirigentes de la revolución en 1959.  Es la zona más pobre y destruida del país, incluida la llamada Ciudad Héroe, Santiago de Cuba, donde se encuentra el  cuartel Moncada y las estribaciones de la zona guerrillera de la Sierra Maestra, pero sobre todo Guantánamo, cuyo éxodo desde los años 1990  ha llenado la capital de personas procurando mejorar su paupérrima existencia, que viven hacinadas en cuartos y barrios miseria, hostigadas por los policías procedentes de su propio terruño que los han antecedido por igual motivo.

Cuba tiene que volver a ser un país normal. No es cuestión de excepciones locales para tranquilizar coyunturalmente. La gente tiene que sentirse estimulada moral y materialmente, para poner coto mancomunadamente al desastre nacional, pero se requieren  cambios abarcadores y oportunidades para todos.