Octubre 23, 2001
En busca del espacio prometido
Víctor M. Domínguez, Lux Info Press / CubaNet
LA HABANA, octubre - El prolongado desgaste artístico y espiritual,
los estériles enfrentamientos con funcionarios y mecanismos burocráticos
cerrados al protagonismo creativo -que por herencia pertenece a la juventud- son
algunas de las tribulaciones que afrontan cientos de creadores cubanos, quienes
ahora se reúnen en su primer congreso y celebran el décimo quinto
aniversario de la Asociación Hermanos Saiz de artistas y escritores.
La reunión, donde se tratan problemas similares a los de seis, nueve
o quince años atrás, incluye en sus debates aspectos recurrentes,
como la promoción, la apertura de espacios para la consolidación
de los proyectos concebidos por jóvenes, la igualdad de tratamientos en
la valoración artística y la inserción en los medios de
prensa del país, entre otros asuntos de importancia vital para el
desarrollo de las nuevas generaciones de creadores.
Asimismo, las concesiones unánimes a las propuestas de libertad en la
forma a cambio de alineación en el contenido continúa siendo el
muro de contención ideológica a las expectativas de muchos
participantes en el congreso.
Esta última disyuntiva, que ha cerrado y cierra las puertas a decenas
de creadores talentosos agrupados en colectivos como las brigadas Hermanos Saiz,
Raúl Gómez García y el contingente cultural Juan Marinello
(fusionados hace tres lustros para dar paso a la asociación) se convierte
en una fuente de estancamiento para la libertad creativa.
En conversación con la trovadora y poetisa Nirka Miniet, ex
integrante de la asociación y premiada múltiples veces en
concursos nacionales -hasta ganó mención como compositora en el
Adolfo Guzmán- ella opinó que una de las causas fundamentales de
su ruptura con la organización juvenil fue la imposición de un
esquema creativo que impide la libre apreciación artística de la
realidad cubana en todos sus matices.
Consultada sobre los logros de la asociación en estos quince años,
Miniet señaló que si bien se obtuvieron espacios como Los días
de la música -certamen de carácter bienal que selecciona a jóvenes
solistas y agrupaciones de diversos formatos para facilitarles conciertos,
grabaciones y presentaciones en los medios del país- la realidad es que
no se cumplen las promociones prometidas, pues a la hora de ponerlas en práctica
surgen mil y una justificaciones ante las reclamaciones de los artistas.
En cuanto al Festival Nacional de Rap y otros espacios abiertos a las
diferentes manifestaciones musicales como A guitarra limpia, Para la trova, y
las Romerías de Mayo, que acoge diversos géneros, entre otras
convocatorias de menor alcance nacional, la señora Miniet explicó
que la caracterización de los mismos, así como las temáticas
a tratar, sólo difieren en la estridencia o suavidad de la música,
pues las aportaciones al pentagrama tímbrico de la isla, ubicando a cada
cual en su contexto, son tan similares como nulas.
Por su parte, el escritor Enmanuel Castell -que obtuvo premios en el género
de cuento en los encuentros provinciales de talleres literarios- indicó
que su permanencia en la brigada y luego en la asociación estuvo signada
por incomprensiones y rechazo, por su posición contestataria respecto al
conservadurismo barato y obsoleto en cuanto a los caminos de la libre creación
literaria.
Más adelante, y como respuesta a la interrogante sobre los valores
promocionales que arrojan los concursos para jóvenes escritores como el
Premio la Gaceta de Cuba y el Dador, además de las Becas de Creación
Onelio Jorge Cardoso y Razón de ser, Castell enfatizó que no
poseen muchos a causa de sus limitaciones, por ser manipulados los eventos y por
el poco alcance que tienen fuera de la capital del país.
Ernesto Adrián Monzón, poeta, dramaturgo y artista plástico
que integró la asociación hasta mediado de la década del 90
y fue "invitado" a dejar su puesto de trabajo en la Casa de la Cultura
Julián del Casal, en la Habana Vieja, por no plegarse a los
requerimientos ideológicos del centro cultural, al referirse a las
perspectivas del teatro joven en la isla dijo que pese a la reanimación
de la escena cubana, en los últimos cinco años el espacio para los
más jóvenes sigue considerablemente limitado.
Como ejemplo, Monzón señaló las diversas ponencias
debatidas durante la tercera edición del PremioYerick -diciembre de 2000-
auspiciado por la Asociación Hermanos Saiz. Allí se discutieron
las problemáticas de un movimiento diezmado por razones económicas,
desavenencias estéticas y otras calamidades que como la falta de difusión,
golpean a los teatristas jóvenes y los abocan a la suspensión del único
evento que auspicia esta organización.
"No es que sólo quiera hablar de lo malo -apuntó Monzón-
pero de lo bueno, siempre que les convenga y aunque sean mentiras, se encargarán
de hablar los portavoces de la revolución".
Estos criterios de algunos ex miembros de la brigada o Asociación
Hermanos Saiz, coincidente con el de muchos de los que hoy forman parte de ella,
son una muestra de que mientras más esquemas, programas y proyectos se
queden en promesas, mayor será la frustración y menor el empeño
por realizarse dentro del arte y la literatura del país.
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