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CubaNet

Agosto 25, 2003

Patrullas Click en Nueva York

LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Cuando se hable de apagón hay que contar con los cubanos. No sólo por nuestra vasta experiencia en oscuridades y otras penumbras generadas por el bloqueo norteamericano, el agujero en la capa de ozono, el coro de los niños cantores de Chihuahua y el hipo colectivo de los mabuleyengues bajo el hechizo del brujo Batate Oscurongo.

Era de esperar que los norteños sufrieran el terrible percance que los agobió por no aceptar nuestras indicaciones.

Eso de que 60 mil pasajeros aéreos se estancaran por un apagón sólo en la región del Medio Oeste y el Noreste de los Estados Unidos no pasa en Cuba.

En primer lugar porque ésa es la cantidad de viajeros que transportamos en 20 años, con el objetivo de no contaminar la atmósfera, y en segundo porque nuestro aguerrido pueblo tiene un cruce óptico de lechuza con rayos infrarrojos y porta de repuesto en sus semivacíos bolsillos una luciérnaga y un candil, que les permiten sobrevivir en la negrura de la noche sin fin del comunismo cubano.

Es mucha la oscuridad que hemos y estamos pasando, pero nuestro fogueo, ganado en medio de las permanentes catástrofes ciclónicas y sociales, no tiene igual en la historia.

A la llegada del apagón revolucionario inventamos el tubo de pasta dentífrica con algodón y keroseno -si hay-, la vela y el candil con mecha de saco de yute y keroseno -si hay, el quinqué olvidado en la prehistoria y reciclado para el bien de la civilización cubana -si hay- y la hoguera de trocitos de marabú, pedazos de persianas, puertas -si quedan en nuestros canibaleados hogares.

Además, como muestra palpable del desarrollo de nuestra sociedad y su apertura al exterior, permitimos el empleo de las linternas con baterías recargables, que sí hay, pero en la shoping y el pueblo no las puede comprar.

También somos capaces de permanecer 24 horas y hasta cinco días sumidos en la penumbra, acompañados sólo por abanicos de cartón y el grito festivo de los niños, acalorados de amor a la patria.

Los ventiladores y equipos de aire acondicionado son vicios burgueses y devaneos de algunos comunistas de altura para vergüenza nuestra, convencidos y acostumbrados a que no hay nada como la brisa y la luz natural.

No por gusto resultan una constante en Cuba las consignas "apaga y vámonos", "que prendan, prendan, el mechón" y "quita catao y pon quinqué", entre otras expresiones cotidianas y gozosas de los habitantes de la Isla.

Ya quedó demostrado que el exceso de luz daña la vista, mutila la inteligencia y hace notar desigualdades entre los extranjeros, los altos funcionarios cubanos y la población, hechos que pueden prestarse a crear espejismos y animadversiones a través de la envidia, la curiosidad y otros males erradicados de nuestra sociedad.

Eso de que 130 vuelos fueron cancelados en el aeropuerto La Guardia de Nueva York, unos 70 en el Kennedy, 85 en Detroit y más de 70 en Cleveland, y que 50 millones de neoyorquinos se despertaron en el desasosiego de una noche de calor en vela, nos causa ira por la pusilanimidad de los norteamericanos. Pero nos conmueve, y trataremos de garantizar su futuro, dada la necesidad de modernizar la distribución de energía en ese pobre país, roído por el atraso tecnológico.

Les donaremos 200 millones de kilogramos de bostas de vaca para implementar el uso de la energía ecológica en los automóviles, aviones y cocinas norteñas; les haremos llegar cinco mil pies de marabú para que coloquen hogueras en la Estatua de la Libertad y el puente de Brooklyn, y como mayor aporte les enviaremos el contingente Héroes del Apagón Cubano, divididos en tres patrullas Clic, denominadas "La luz que en tus ojos arde", "Sombras nada más" y "Oscuridad total".

La primera será destinada a maniatan, la segunda a Chinatown y la tercera se cubrirá de gloria al entregar una vela casera a cada teatro abierto allí donde Broadway se une con Séptima Avenida y la calle 42 hasta Time Square, para acabar con el exceso lumínico de esa "encrucijada del mundo".

Da vergüenza de que una sola calle de Nueva York tenga más luz que toda Cuba. Eso es de mal gusto, infamante y una de las causas del siniestro apagón, que con nuestra ayuda no volverá a ocurrir, pues les enseñaremos a vivir en penumbras.

Para ello trasladaremos el plan de apagones que aplicamos con éxito a lo largo de nuestra luminosa revolución y en toda la Isla, y que distribuimos de la siguiente manera:

En la zona de Alamar -léase Manhattan- el apagón programado será desde las cinco de la mañana de hoy hasta las cinco de la mañana de igual día del mes que viene.

Para San Miguel del Padrón -léase desde Columbus Circle hasta Carnegie Hall- desde las tres de la tarde de hoy, 20 de agosto, al cinco de septiembre, dos horas después de la que mataron a Lola.

Para el Cerro, Habana del Este y el resto de los municipios de la capital -léase Centre Street, Brooklyn Heights y el distrito 77- apagones con intervalos de cinco minutos hasta completar varios miles en una semana.

Este método científico, denominado "Alumbrón", genera muchos empleos en la rama electrónica, y desarrolla la recaudación de circulante, pues son miles los equipos electrodomésticos que se funden a diario y jamás tienen arreglo. Posibilita además la investigación en la salud, ya que el salpullido y los infartos provocados por el calor y las rabietas se convierten en una epidemia de un extremo a otro de la Isla, y sobre todo, nos permite capturar a los ladrones y distinguir a los inconformes con la revolución, al existir oscuridad y silencio total en cada zona del país.

Seguro estoy de que los neoyorquinos nos agradecerán la introducción en su sociedad de un sano intercambio de saludos cuando nuestros jóvenes patrulleros, en cada momento de la noche y hasta del día, ya estén los ciudadanos cenando, haciendo el amor o en busca de alguna aguja que se les cayó en la alfombra, sientan el retumbar de la puerta, el chillido del timbre, y aparezca la faz de un niño sonriente que les diga: "Buenas tardes -o noche. Apague la luz innecesaria, con el ahorro ayudamos a la revolución. Evite los apagones. Gracias. Click".

Por último, si los canadienses afectados por esta catástrofe del apagón desean recibir también nuestra experiencia, sólo deben mandarnos seis barcos cargados de bacalao de Terranova -para conocerlo- y a un grupo de esquimales para dejar inaugurada la Escuela Internacional de Penumbras y Oscuridades, con sede en la ciudad de La Habana. cnet/09

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