LA HABANA, Cuba.- Es posible decir hoy que tres personalidades del arte que llegaron a Washington hace casi medio siglo fueron los primeros artistas de izquierda que visitaron la Casa Blanca.
¿Fueron acaso los que tuvieron luz larga y, a mucha distancia del momento actual, vieron que en la historia de la revolución castrista serían los yanquis quienes reirían mejor, porque el que ríe último es el que mejor ríe?
Según lo que ha sucedido, eso parece.
El primero fue el poeta chileno Pablo Neruda, cuando por decisión propia llegó en 1966 a Washington, para asistir a un Congreso del PEN Club.
De inmediato los escritores, pintores, dramaturgos, artistas del oficialismo de los Castro lo atacaron a través de una carta abierta, acusándolo de “sumisión y traición”.
Eran, según el poeta, “los que se erigían en profesores de las revoluciones, en dómines de las normas que deben regir a los escritores de izquierda y que con arrogancia, insolencia y halago, pretendían enmendar mi actividad política”.
Otro poeta también chileno, Nicanor Parra, cometió el pecado de obrar según sus deseos y en 1970 se tomó un té en la Casa Blanca con la señora Patricia, esposa del presidente Richard Nixon.
Fidel Castro mandó a que se le cerraran las murallas habaneras para siempre y, a pesar de haber sido propuesto como jurado de la Casa de las Américas de ese año, se le retiró la invitación.
Entonces Parra pronunció la frase que más dolió al dictador cubano: “Cuba sí, yanquis también”, y dijo más: “La situación económica en el socialismo real es tan desastrosa; yo me atrevería a decir que es aún peor que en el capitalismo”.
Hace apenas dos años, en mayo de 2014, la Casa de las Américas publicó una vieja e inédita entrevista que le hicieran a Parra en 1991. Respondiendo al periodista, Parra expresó: “Puedo pensar que tenía yo razón cuando escribí en aquella época este artefacto que dice: ‘Si fuera justo Fidel debiera creer en mí, tal como yo creo en él. La historia me absolverá’”.
Este año Nicanor Parra cumple 102 años de vida. No quería morir sin ver que la historia lo ha absuelto y que Fidel siempre estuvo equivocado. Hoy el pueblo cubano grita eufórico con la llegada de Obama a La Habana: ¡Cuba sí, yanquis también!
Pero, ¿cómo es que los cubanos de la finca de Fidel Castro nunca habíamos visto una foto de la bailarina Alicia Alonso junto al presidente James Carter en 1977, nada menos que en una recepción de la Casa Blanca?
¿Acaso la Alonso participó de las conversaciones secretas que, según publicó The New York Times en febrero de 1977, Cuba mantenía desde 1974 con el gobierno de Washington? ¿Acaso fue portadora de las tres condiciones que Carter estableció para la normalización de las relaciones con Cuba: el fin de la injerencia cubana en América Latina, la disminución de la presencia militar cubana en África y el respeto por los derechos humanos en Cuba”?
Pero una última pregunta: ¿Por qué es que ahora se sabe, según el periódico Granma del día 16 de este mes, que la bailarina cubana también estuvo de visita en la Casa Blanca?