LAS TUNAS, Cuba.- “Le metieron mano con todo, aquello estaba lleno de policías, comenzaron de madrugada y con equipos de excavación. Cuando yo pasé al amanecer ya iban saliendo los camiones con los escombros”, recuerda un testigo de la madrugada en que eliminaron un sitio de reunión de la Iglesia Apostólica en Las Tunas.
Cientos de fieles de la citada congregación religiosa se reunían cada domingo en la propiedad rural de la señora Caridad Reyna Martínez, en el reparto Lácteo, junto a la carretera de circunvalación de Las Tunas. Pero el lugar fue asaltado a principios de mes por fuerzas especiales de la policía y desmontado.
“Pero aquí no quedó nada”, dice a CubaNet el integrante del Movimiento Cristiano Liberación Armando Peña Guzmán, presente en el lugar.
Al pastor Mario Jorge Travieso las autoridades le había prohibido oficiar dentro de la ciudad, en el reparto Bonachea, donde reside, “porque según dicen nosotros molestábamos, porque dicen que él es contrarrevolucionario, y él lo que es un alma buena”, dijo Sonia Reyes Reyna, hija de Caridad, la propietaria del terreno incursionado.
“Esto fue lo más terrible que usted pueda imaginar. A mí me cogieron por el cuello y me arrastraron; con un alambre me hice una herida en una pierna. Aquí tenemos a un niño cardiópata y a una anciana inválida. Esa gente tenía cara de odio, de criminales. Fue como en esos desalojos de la guardia rural de Batista (la dictadura de 1952-1958)”, cuenta a CubaNet Sonia Reyes, de 52 años, percibiéndose a través de su voz alterada un grave deterioro emocional.
Continúa: “Ellos (los militares) cortaron la electricidad y el teléfono. Llegaron a las cuatro de la madrugada y no se fueron hasta las siete de la mañana, hasta que acabaron con lo de la Iglesia y con lo que no era de la Iglesia. Quisieron también arrancar las matas de cocos, pero mi hermano les dijo que si también la iban a coger con las matas que daban frutos. Entonces las dejaron, pero se llevaron todos los bancos, que son de cabillas, y hasta materiales que son propiedad de mi madre y no de la iglesia”.
Según el artículo 217 de la Ley de Procedimiento Penal vigente en Cuba, “para la entrada y registro en templo u otro lugar destinado al culto religioso, bastará pasar recado de atención a la persona a cuyo cargo estuviere.”
Pero en esta finca de Caridad Reyna Martínez, aunque se oficiaba religiosidad como se oficia en tantas otras propiedades rurales de Cuba y el mundo, no es un “lugar destinado” expresamente al “culto religioso”, aunque en él se practique la fe. Se trata de un domicilio, que, según el Código Penal cubano, es “la casa que sirve de morada, así como los locales cerrados que la integran, y espacios, patios y jardines cercados contiguos a ella”.
Sin el consentimiento del morador, para entrar en domicilio privado será necesaria la autorización del Fiscal, copia de la cual se entregará a la persona interesada, y aun así el registro no podrá realizarse fuera de las “horas comprendidas entre las cinco de la mañana y las diez de la noche”, según la Ley de Procedimiento Penal.
Por lo que, si todo ocurrió como aseguran testigos presenciales y moradores “a las cuatro de la madrugada” y de forma “violenta” (Sonia Reyes acudió a asistencia médica, según dice a este corresponsal), un grupo de militares al mando de un jefe del ministerio del Interior en Las Tunas, ha cometido un delito de “violación de domicilio y registro ilegal” en la figura agravada de ejecutarse “de noche, en despoblado, empleando violencia o intimidación en las personas, o fuerza en las cosas”.
Además de la policía nacional y los efectivos de Seguridad del Estado, en la incursión nocturna contra un domicilio habitado mayormente por mujeres también participaron militares con uniformes negros. Cualquiera sabe para qué, y por qué en cualquier lugar del mundo los militares se visten de negro y sitúan calaveras o avispas en sus emblemas.
Si como asegura el general Raúl Castro en Cuba no existen presos políticos ni represión por actividades de creencias religiosas o políticas, la Fiscalía General de la República debía pronunciarse ante este suceso y tantos otros de la misma naturaleza, que ya crean precedente de indefensión ciudadana ante los excesos de la fuerza policial y parapolicial en Cuba.
Sonia Reyes dice a CubaNet: “Nosotros conocemos nuestro derecho, ese que en el artículo 8 de la Constitución dice que el Estado reconoce, respeta y garantiza la libertad religiosa; ese que dice que en Cuba las instituciones religiosas están separadas del Estado y que todas las creencias y religiones tienen igual consideración. Bueno, si ellos respetan la Constitución, ahora vamos a ver qué van a hacer, vamos a escuchar qué tienen que decir de todas las barbaridades que hicieron contra nosotros, porque si ellos se comportaron como animales, como criminales, nosotros no somos ni animales ni criminales”.