VENECIA, Italia.- Es vastamente sabido en Venezuela que los engranajes que tratan de impedir el revocatorio contra Nicolás Maduro se mueven desde La Habana, y estos mecanismos no permitirán jamás que se lleve a cabo el referendo, como lo quiere la mayoría del pueblo venezolano.
Varios personajes se han movido en las sombras, desde que se iniciaron las maniobras castristas para neutralizar la consulta. Se trató que la trama se llevara a cabo en el mayor de los sigilos, porque no querían que se enterara nadie.
Pero para desgracia para ellos, hoy, en la era de las comunicaciones instantáneas, las intrigas no podían quedar en el secreto y “alguien” dio el alerta…
Fue así como los venezolanos se enteraron que el expresidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, iba y venía con los recados entre la oposición venezolana y el gobierno de Nicolás Maduro.
Pero no es solo Rodríguez Zapatero. Hay otra multitud de personajes que trata, a toda costa y en calidad de “tontos útiles”, si es que son ingenuos, de desactivar los esfuerzos para llevar a cabo la consulta popular este año, 2016.
Muchos están a las órdenes incondicionales del gobierno de La Habana, como lo estuvo Hugo Chávez y hoy lo está Maduro, Diosdado Cabello y otros secuaces cercanos.
Por todo esto, una corriente de disgusto popular se mueve en estos momentos en Venezuela. La voluntad ciudadana de salir de Maduro y el actual gobierno es mayoritaria y se ha demostrado con creces en la Toma de Caracas el pasado 1ro de septiembre. Los venezolanos se han dado cuenta que están solos en la lucha y que ningún gobierno los va a ayudar directamente, por ese prurito extraño que funciona siempre a favor de los regímenes de izquierda y que habla de “la no injerencia en los asuntos internos de las naciones”.
Esta realidad de estar solos, pese a estar acompañados, afloró en la Isla de Margarita, en Nueva Esparta, con protestas y cacerolazos durante la reunión de los Países No Alineados y puede hoy, fácilmente, extenderse como reguero de pólvora por toda Venezuela.
Al pueblo hambriento, sin medicinas y desprotegido del hampa, se le ha provocado demasiado y sólo falta un simple detonante ―que podría ser la burla actual al revocatorio― para que el pueblo iracundo se alce por fin como uno solo, y finalmente rompa de una vez por todas sus cadenas.