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LA HABANA, Cuba.- El Consejo Nacional de las Artes Plásticas otorgó su máxima distinción, correspondiente al año 2016, a José Manuel Fors, uno de los participantes en la revolucionadora exposición Volumen I (1981), abanderada del llamado “Renacimiento del Arte Cubano”. A la gala vespertina, realizada el pasado 10 de enero en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, asistieron Abel Prieto (eterno Ministro de Cultura); Rubén del Valle (Presidente del Consejo Nacional de Artes Plásticas); ganadores del lauro en entregas anteriores e importantes curadores, académicos y críticos de arte.
El prestigioso reconocimiento -creado en 1994- ha tenido como propósito esencial homenajear, por la obra de toda la vida, a aquellos artistas plásticos que residen y trabajan en Cuba. La victoria de José Manuel Fors sobre aspirantes como Eduardo Roca “Choco” y José Ángel Toirac, llega como una deuda saldada a medias, tras una larga espera.
Fors es el primero de los integrantes de la llamada Generación de los 80 en recibir el más importante premio de la plástica cubana, distinción que probablemente no recaerá en ningún otro de sus versátiles contemporáneos (José Bedia, Rodríguez Brey, Leandro Soto, Rubén Torres Llorca, Rogelio López Marín “Gory” y Tomás Sánchez); todos artistas de excelencia, pero radicados en el extranjero desde hace años.
Los requisitos de “vivir y trabajar en Cuba” y “tener una obra extensa” excluyen a la casi totalidad de creadores cubanos que han producido una obra estética y conceptualmente renovadora. Apenas puede hablarse de artistas vivos y actuantes en Cuba, cuya producción posea calidad notable como para merecer el Premio Nacional de Artes Plásticas; mientras allende los mares se mantienen en activo valiosos exponentes del arte contemporáneo nacidos y formados en la Isla.
La distinción que cada año otorga el Consejo Nacional de las Artes Plásticas se sustenta, sobre todo, en factores extra-artísticos. No es de extrañar que el lauro haya correspondido, en más de una ocasión, a artistas que durante décadas han producido mucho, sin que su obra llegara a constituir un capítulo relevante en la plástica insular. Solo la caprichosa historiografía del arte cubano posterior a 1959 les ha concedido una validez inmerecida.
La trayectoria artística de José Manuel Fors, orientada principalmente a la fotografía, ronda los treinta años. Un arte que se sustenta en la investigación, en las obsesiones e intereses propios de su autor; sin dejarse contaminar por exigencias coyunturales, ni vencer por manifestaciones más sutiles de la censura.
Todavía hoy, a pesar de las lagunas cognoscitivas de las nuevas generaciones que se acercan al arte cubano de las últimas décadas, y de la caótica curaduría que hace de la Sala de Arte Contemporáneo del Museo Nacional un desconcertante amontonamiento de objetos artísticos, la obra “Hojarasca” de Fors sorprende, intriga y fascina al visitante.
Este merecido premio es también un homenaje a la legendaria Generación de los 80´, que sacudió la modorra en que languidecía la producción artística cubana e impulsó un momento de creatividad como no se había apreciado tras enero de 1959. Una generación a la que no se le ha hecho justicia, ni desde la crítica de arte, ni desde el concepto curatorial sobre el cual se ha estructurado la exhibición de sus obras en el edificio de Arte Cubano.
Por tal motivo, en la ceremonia de marras no hubo homenaje más digno que el brillante discurso de la doctora Yilian Yanes, quien no tuvo reparos en admitir el pobre alcance de la crítica y la institución Cultura frente a aquel acontecimiento estético impulsado por jóvenes egresados del ISA y San Alejandro. Refiriéndose al mismo, subrayó: “Lamentablemente, factores extra-artísticos no han contribuido a evaluar los aportes que, de manera singular, hicieron cada uno de sus miembros al arte cubano, desde una perspectiva histórica (…) La política nos ha contaminado de tal forma que nos impide ser objetivos con hechos de los que se habla aún hoy de manera sesgada, sin tener en cuenta que las voces de entonces fueron diversas y se expresaron de distintas maneras”.
El propio Fors no podría expresar tan claramente lo que su obra, y la generación a la cual pertenece, han representado para el Arte Cubano. Una vez más, el Premio Nacional de Artes Plásticas se ha justificado a sí mismo.