LA HABANA, Cuba, septiembre (173.203.82.38) – Hace seis meses que cientos o miles de personas corrieron el riesgo de morir al producirse un incendio (explosiones incluidas) en un depósito de armas y municiones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
Miles de residentes de los alrededores fueron evacuados. El referido depósito, en largos túneles bajo tierra, está situado en una zona urbana. En un punto, sus predios colindan con el sanatorio para enfermos de SIDA conocido como Los Cocos, en Santiago de las Vegas.
Al día siguiente de los sucesos, una nota del Ministerio de las Fuerzas Armadas, publicada en diferentes medios, expresaba:
“Aproximadamente a las 20.00 horas del día 5 de marzo se produjo una explosión en un depósito de municiones de Boyeros, provincia La Habana. No se reportaron heridos ni fallecidos”.
“Al producirse el hecho fue activado el Consejo de Defensa Municipal. A las 22.00 horas fuerzas conjuntas de las FAR y el MININT (Ministerio del Interior) dieron por controlada la situación. Una comisión creada al efecto investiga las causas del incidente”.
Doscientos días después la comisión no ha terminado la investigación. Cualquier tortuga puede competir con los integrantes de esta comisión. ¿O es qué no hay interés en dar a conocer los resultados de la investigación?
El punto es que mucha gente estuvo en grave peligro; hasta el periodista que esto escribe corrió riesgo de muerte. Me encontraba participando, como espectador, de un festival de música religiosa en el santuario El Rincón, a menos de un kilómetro del lugar donde se encuentra el depósito. Las explosiones se escucharon en toda la zona.
Pero lo tremendamente grave es que ese depósito de armas y municiones –y sabe Dios de qué cosas más- se mantiene en el mismo sitio, lo que representa un peligro latente para los residentes en los poblaciones que están en el área. Esos túneles-almacenes fueron construidos dentro de una zona urbana muy poblada.
Debe ser un poco caro, en verdad, trasladar el material bélico allí situado; pero probablemente con lo que costaron al país las exequias del ministro de las FAR, General de Cuerpo de Ejército Senén Casas, esa mudanza se podía costear.
En cierta ocasión el guerrillero argentino Ernesto Guevara aseguró que la vida de un solo ser humano valía más que las riquezas del hombre más rico de la tierra. Cuando disparo contra los “soldaditos” bolivianos se había olvidado de esa afirmación; no obstante, los gobernantes deberían tener en cuenta esas palabras de su ícono extranjero y sacar de la zona urbana el depósito de armas y municiones donde ocurrió el incidente, o cualquier otro que se encuentre en similar ubicación.
El próximo ministro de las FAR debería tener esa tarea entre sus prioridades. Los funcionarios gubernamentales deben tener como prioridad servir a los ciudadanos. Los privilegios que disfrutan salen de los recursos del país y del esfuerzo que realizan los que crean bienes materiales.