LA HABANA, Cuba.- Con la manía que tienen los cubanos de no pronunciar las eses finales, quienes no conocen la afición de Reinerio Tamayo por el béisbol probablemente pensaron encontrarse con imágenes de la Cuba más rancia y escatológica; la Isla “en pelotas”, o al desnudo, para los refinados.
Pero haciendo honor al refrán “lo que ves es lo que hay”, se trataba —ni más ni menos— de una exposición de artes visuales cuyo eje temático es la presencia de Cuba en el béisbol, y los legendarios campeones de Grandes Ligas. Un poco de historia aderezada con mucha pasión por ese deporte que hoy trae a los cubanos más llanto que regocijo; pero sobre todo, un recuento de la pelota como símbolo de identidad nacional, sin atavismos ideológicos.
Con un lenguaje plástico que va del pop al hiperrealismo, y oportunas recurrencias a la sutileza semántica del arte conceptual, Reinerio Tamayo convirtió el espacio de Galería Habana en el santuario de un fanático del béisbol. Banderillas, retratos, parodias, anécdotas y homenajes que conectan el deporte nacional con artistas cimeros como Vincent Van Gogh, Andy Warhol o Roy Lichtenstein, conforman una muestra concebida para atraer el interés del público especializado en arte y los amantes de la pelota.
A pocos días de la bochornosa derrota de Cuba en el Clásico Mundial, y en medio de la crisis de calidad y popularidad que atraviesa ese deporte en la Isla, la obra de Reinerio Tamayo reviste la doble importancia de ilustrar los avatares del béisbol como institución de una forma divertida, sin renunciar a los códigos del arte contemporáneo cubano e internacional. El conjunto de piezas exhibidas emana un placer estético no desprovisto de tensión, en tanto se entrecruzan la historia de la pelota cubana y sus principales hacedores, con la proximidad de los Estados Unidos y la fuga constante de peloteros criollos hacia las Grandes Ligas.
Artísticamente, Cuba en pelota puede considerarse una exposición maravillosamente lograda gracias al dinámico planteamiento curatorial y el profundo conocimiento de Tamayo sobre la historia del arte, verificado en las soluciones que, a través de su propia obra, dialogan con antecedentes del arte universal y cubano. En este sentido, el cuadro “Cuba Baseball” tributa al arte pop de los años 60 con una clara referencia tanto a la Marilyn Monroe de Wahrol como al lienzo “Repeticiones de Martí”, de Raúl Martínez.
Asimismo, la pieza “Good bye Big Papi” establece una relación directa con el estilo de Roy Lichtenstein. Sobre la premisa de aquel importante cultor del pop art, Reinerio Tamayo reproduce a gran escala el lenguaje gráfico de los cómics para inmortalizar a David “Big Papi” Ortiz, uno de los grandes jonroneros de MLB, quien se retiró de la lid el año pasado.
Cuba en pelota no sobresale por ser una exposición conflictiva desde el punto de vista político, pero en esa explosión de color, nostalgia, historieta y caricatura que la convierten en algo absolutamente fuera de lo común, subyace una historia plagada de desencuentros que han minado la cantera del béisbol cubano. Entre homenajes a Babe Ruth, Jackie Robinson, Adolfo Luque, Rey Vicente Anglada y muchos otros de ambas orillas, emerge la cuestión de la identidad nacional, tan abusada en sus nociones que hoy peligra. Quizás ninguna obra lo refleje mejor que la titulada “Home”, en la cual se cruzan tres significantes: el triángulo de la bandera cubana, el cuadro de pelota y el bigote de José Martí sobre la marca del home plate. Símbolos cuyo sentido prístino ha sido manipulado hasta generar extrañamiento.
Tanto se hizo del béisbol un asunto de ideología y dignidad que el fútbol —menos politizado y altamente competitivo— lo está desplazando en el gusto de las nuevas generaciones.
Para reconocer el protagonismo de los peloteros cubanos dentro y fuera de la Isla, y defender el béisbol como un delirante fenómeno cultural, Cuba en pelota concilia dos polos que podrían parecer distantes. Es una exposición que cada cubano debería ver, no solo por su excelencia plástica sino por poseer la virtud de lograr que los aficionados se reencuentren con esa porción de felicidad que se han dejado arrebatar.
La muestra permanecerá abierta al público hasta el 21 de abril.