LA HABANA, Cuba.- Según los medios de difusión masiva, Cuba podría demorar dos años en recuperarse de la actual sequía. También se dice que son las regiones del centro y oriente del país las más afectadas por este fenómeno climático.
Doblemente lamentable es, entonces, el despilfarro constante en la presa Carlos Manuel de Céspedes, del municipio Contramaestre, en Santiago de Cuba, expuesto en el periódico Granma del 14 de abril de 2017 por el santiaguero Gilberto Hernández Formoso bajo el título de “A quien pueda interesarle el agua”.
Ahora bien, de acuerdo con José Antonio Hernández Santos, director de Uso Racional del Agua en el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) en declaraciones recientes al diario Juventud Rebelde, “en estos momentos se desarrollan acciones inmediatas y otras de carácter preventivo ante la tendencia a disminuir las lluvias”.
Esta letanía y otras similares las hemos escuchado una y otra vez. Pero poco se habla de los salideros por donde el agua se desborda y corre por las calles como ríos durante un par de horas los días de suministro.
Durante el congreso Cubagua 2017, celebrado en el Palacio de las Convenciones del 21 al 27 de marzo, supimos que el sector hidráulico cuenta con un presupuesto de 450 millones de pesos, además de las donaciones de Medio Oriente, Europa, Asia y África. Con ese presupuesto millonario bien podría comenzarse ―si existiera la voluntad― la rehabilitación en la capital, donde es más crítico el estado de las viejas redes conductoras, por donde, según los medios, se pierde el 44 % del agua bombeada. Asimismo se podrían reparar los salideros, debidos tanto al mal estado de las redes como a las chapucerías de las brigadas de Aguas de La Habana.
“Me indigno cada vez que los oigo decir que el sector privado derrocha el agua”, comenta Carmen, una vecina. “El agua la ponen de 6 a 10 de la mañana en días alternos, y cuando les da la gana, no la ponen. No sé qué agua derrochamos, si hay que hacerlo todo corriendo y almacenar para el día siguiente y para bañarnos con un cubito. ¡Si hasta bañarse es un problema!”
Aunque el suministro de agua es muy limitado, trato de convencer a Carmen, que no tiene flotante en el tanque, de que se pierde mucha agua cuando los herrajes no funcionan o las llaves tienen salideros. Pero ella esgrime el argumento de la mayoría de la población: los herrajes le resultan incosteables y son casi imposibles de conseguir, y duran muy poco, sobre todo si son cubanos.
Al respecto, Helmi Pedreira Guerra, director técnico y de desarrollo de Industrial Herrajes, diserta: “La población cubana sigue acostumbrada a la grifería de antes, cuando las pilas de agua duraban más de cuarenta años. Las tecnologías modernas son diferentes y con otros criterios de costo y de relación calidad-precio”.
En la antigua fábrica de herrajes ―la única del país― ubicada en Guanabacoa, se producen 22 tipos de surtidos. Según su director, esta tiene capacidad para elaborar hasta 3 400 000 unidades anualmente, pero este año solo produjeron 2 482 600 porque “no podemos estar ajenos a la tensa situación financiera del país”.
En el propio artículo aparece una tabla sobre el tiempo de servicio de los acueductos del INRH a la población. En 2016, solo 654 001 habitantes recibían el servicio diario las 24 horas. Es inevitable suponer que se trate de las zonas privilegiadas donde vive la mayoría de la cúpula y sus seguidores (Vedado y Miramar). Poco más de 3 millones recibían servicio diario (pero no las 24 horas), 2 156 962 tenían agua en días alternos y 2 097 965 cada tres o más días, que pueden llegar a meses.
Ilei de Jesús Urrutia Álvarez vive en el barrio Martín Pérez. Allí la crisis del indispensable líquido data de años, lo que lo ha obligado a cargar el agua en bidones plásticos de 5 litros desde la Virgen del Camino, y como no se puede dar el lujo de botar ni una gota, la recicla: con la que fregó, descarga el baño; con la que lavó, limpia. En algunas ocasiones, los vecinos se han puesto de acuerdo para “solicitar”, dinero mediante, un camión de agua para llenar la cisterna de su edificio.
Ha transcurrido ya más de medio siglo desde que el gobierno de los hermanos Castro, a raíz de una intensa ―pero temporal― sequía, restringió el abastecimiento de agua a la población y nunca más lo restableció. El agua es necesaria las 24 horas, los siete días de la semana. Hasta la Organización de las Naciones Unidas ha ofrecido a Cuba su apoyo total para lograr un uso racional y eficiente de nuestras potencialidades hidráulicas. Solo falta la voluntad del gobierno.