LA HABANA, Cuba, octubre, 173.203.82.38 -Sucedió en abril de 2010 en una Unidad básica del Complejo Lácteo de La Habana, pero el dictamen judicial fue conocido semanas atrás. Los implicados son operarios del Grupo electrógeno de esa empresa, una planta que se activa con dos tanques de petróleo protegidos por una cerca perimetral y custodiados por jornaleros que rotan de 7 am a 7 pm y viceversa, pese a estar en lugar transitable.
Como los operarios miden habitualmente el contenido de los depósitos, el 10 de abril comprobaron que el tanque auxiliar disponía de 7 405 litros de petróleo. Del 11 al 13 no hicieron comprobaciones, entre otras cosas porque el representante de la administración que actúa como contrapartida fue movilizado. Días antes se perdió un candado y no fue restituido.
El 13 de abril el director de la Unidad ordenó una medición y detectó el tanque vacío y un poco de combustible en el piso. Días después la administración hizo una dudosa denuncia por el presunto derrame en tierra de los 7 405 litros de petróleo. Alegaron que el piso debió absorberlo porque allí removieron el área en el 2004.
Para compensar la pérdida la administración castigó al eslabón más débil de la cadena, los operarios fueron despedidos del trabajo y denunciados a la policía. Pero estos reclamaron por la vía laboral y el tribunal municipal modificó la separación por traslado a otro puesto por seis meses. Se consideró el derrame como inverosímil y la medida administrativa como una presunta simulación de otro delito.
El proceso penal tardó más de un año en celebrar el juicio por lo increíble del derrame, defendido a ultranza por la administración. Los acusados alegaron que se trata de un robo. Como parte de la investigación se realizó un experimento de instrucción con la misma cantidad de agua que el “petróleo derramado”. En efecto, la tierra no absorbió esa inmensa cantidad de agua, que corrió aproximadamente cincuenta metros y llegó a una calle próxima. Fue demostrado que el hipotético derrame debió transcurrir en 12 horas, pero no se determinó la fecha ni el turno de trabajo.
Entre las razones que evidencian la imposibilidad del desbordamiento están los propios tanques, cercados, custodiados y a la vista de los trabajadores. Si el agua, menos densa, corrió decenas de metros, cómo pasaría desapercibido el petróleo, cuyo olor es demasiado fuerte y su color visible. Se sabe que donde se derrame combustible la vegetación desaparece y los alrededores del lugar están reverdecidos.
Durante el juicio el representante de la administración defendió el derrame como única alternativa sin dar oídos a las demostraciones contrarias. Paradójicamente, el tribunal sancionó a los cuatro operarios como responsables del supuesto delito, alegando “incumplimiento del deber de preservar bienes en entidades económicas”. La sanción de un año de correccional sin internamiento fue apelada al Tribunal provincial de La Habana, el cual ratificó la sanción contra los obreros.
Al comentar el controversial dictamen, uno de los acusados dijo que si se hubiera derramado 7 405 litros de petróleo aún navegaría el Titanic por el Complejo Lácteo de La Habana.