HOLGUÍN, Cuba.– Ha transcurrido casi un mes desde que el concurrido café Las Tres Lucías de esta ciudad, a 700 kilómetros de la Habana, cerró misteriosamente sus puertas.
Una escueta nota colocada en la fachada informa que por reparaciones la instalación no está brindando servicio, algo que llama la atención a los lugareños porque el local fue remodelado hace poco más de un año.
“Si los clientes preguntan, no les digan la causa del cierre”, así se les exigió a los trabajadores del lugar en una reunión con los directivos, dice a CubaNet un dependiente bajo identidad reservada, por temor a ser despedido.
El techo del local es de tejas criollas y su construcción se remonta hacia principios del pasado siglo. “Las vigas de madera que la sostienen están muy deterioradas y existe peligro de derrumbe”, comenta el empleado.
El problema se descubrió fortuitamente cuando la luz del sol penetró por el falso techo. “Si eso no sucede, el local continuaría abierto y el techo se hubiera derrumbado provocando pérdidas materiales y de vidas humanas”, puntualiza.
Con diez años de servicio ininterrumpido, la instalación fue objeto de una amplia restauración para ser reinaugurada el 20 de octubre del 2015, en saludo al día de la cultura cubana.
En esa ocasión, durante la confección del proyecto constructivo, los especialistas no incluyeron la reparación del techo del establecimiento, aunque se sabía de antemano el deterioro del mismo. “Eso llevaría mucho tiempo y la idea era entregar el trabajo el día de la cultura cubana, y de paso, dar la imagen de una ciudad que rejuvenece”, confiesa a CubaNet, en anonimato, un arquitecto de Umbrales, la empresa que llevó a cabo la restauración.
A la reinauguración del local asistió Luis Antonio Torres Iribar, la máxima autoridad comunista de la provincia, quien elogió el trabajo de remodelación por devolverle la lozanía al “querido y emblemático lugar”.
Hasta hoy, y después del precipitado cierre, se desconoce la fecha de la reapertura del café Las Tres Lucías. Las obras constructivas no han comenzado producto a un enrevesado proceso burocrático que transcurre entre un dictamen técnico, una solicitud de proyecto, un permiso a las entidades consultoras y la firma del contrato con la empresa que suministrará la madera.
“Si esta cafetería fuese privada ya estuviera abierta”, dijo un joven que pasaba por el lugar.
Algo similar le sucedió a otro sitio gastronómico del Estado y representativo de la ciudad. Se trata del Rincón del Guayabero, un céntrico club nocturno que, después de años de abandono, fue reinaugurado el 29 de diciembre de 2014.
Sin embargo, los 800 mil pesos invertidos para rescatar el lugar no fueron suficientes y a solo tres años de su reapertura, el local volvió a cerrar por filtraciones de agua.
La empresa estatal Umbrales, que también se encargó del proyecto, no realizó un buen trabajo en el rescate del inmueble.
“La mala calidad constructiva hizo que se levantara el piso y comenzara a penetrar el agua de los manantiales subterráneos”, asegura un constructor que se identifica como Carlos, integrante de una cooperativa no agropecuaria de la construcción que se encargó de las labores de restauración del local.
Después de su reinauguración, los trabajadores y clientes del Rincón del Guayabero, sitio atípico en la ciudad por prestar servicio en un sótano situado en la calle Miró, elogian la labor realizada por estos trabajadores del sector privado.