ESTADOS UNIDOS.- Según el último discurso del dictador Raúl Castro, su designado nuevo Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel, fue fabricado en una especie de probeta por la “dirección del PCC”. Un producto genuino de la “política de cuadros”; como si fuera posible fabricar los líderes.
Hace tiempo todo el mundo sabe que los líderes no se hacen, nacen.
En ese experimento, según el General, estuvieron otros dirigentes de la UJC de los cuales Miguelón, así le dice Raúl familiarmente, fue el único sobreviviente.
Es de suponer que entre los otros dirigentes juveniles metidos en la probeta estuvieran Luis Orlando Domínguez (Landy), Robertico Robaina y Carlos Lage, quienes fueran secretarios generales de la UJC y llegaran a ocupar altas posiciones en el PCC y el Gobierno.
Landy fue acusado de corrupción, pero en verdad se supo que fue detenido por planificar su salida clandestina de Cuba. La expulsión del MINREX del popular Robertico quedó en una nebulosa, nunca fue explicada, pero se ha conocido luego que sus simpatías por la perestroika estuvieron en la base de su defenestración. Lage, siendo vicepresidente de Fidel Castro, fue acusado públicamente de tener mayores aspiraciones, pero todo el mundo sabe que Raúl eliminó del poder a los más vinculados a Fidel.
Cuando en el 2007 un grupito de socialistas democráticos entregamos en las recepciones oficiales de Fidel, Raúl, Lage, Pérez Roque y Alarcón, un CD con propuestas concretas de cómo enfrentar la situación económica, política y social de Cuba desde una perspectiva socialista democrática, el único que respondió, aunque escuetamente, fue Carlos Lage. Intuimos entonces que podría compartir algunas de aquellas ideas. Supimos por estudiantes de la Universidad que su hijo, de igual nombre y presidente de la FEU por méritos propios, también compartía algunos de aquellos planteamientos.
Cuando se conoció de la defenestración de Lage, Pérez Roque (recordar que estando en el MINREX Cuba firmó los Pactos de Derechos Humanos de la ONU, pendientes de ratificación) y Carlitos Valenciaga, no nos quedaron dudas de que la causa real de la separación de los tres era que compartían ideas de gobierno diferentes al Castrismo, probablemente de orientación democrática.
De manera que, al parecer, todos esos otros dirigentes de la UJC, cantera del PCC, “fabricados” en la misma probeta que Díaz-Canel, de alguna manera asumieron la necesidad de cambios en el modelo castrista.
Habría que preguntarse: ¿por qué Díaz-Canel, de la misma especie, más menos la misma historia y fabricado en el misma probeta, habría resultado genéticamente distinto? Raúl dice que fue el sobreviviente del grupo. Generalmente sobreviven los que mejor se adaptan y son más inteligentes. Habría que ver si sobrevivió por adaptado, inteligente o ambas cosas.
Esto brinda espacio para pensar en la posibilidad de que Díaz-Canel, sin intentar una perestroika ni nada parecido, al menos tenga una cierta inclinación a impulsar los cambios que Raúl no fue capaz, aún cuando identificó su necesidad y fueron plasmados en los acuerdos de los últimos dos Congresos del PCC.
Todos en la alta burocracia saben que la economía cubana es un desastre y que el desgaste natural del sistema estatalista depredador de los recursos y la fuerza de trabajo, se acentuó en la etapa “raulista”, donde se perdieron 12 años por andar “sin ninguna prisa y con muchas pausas” en la aplicación de un mínimos de reformas económicas básicas para concretar la enunciada liberación de las fuerzas productivas.
Díaz-Canel tiene que ser muy bruto para no darse cuenta de que lo pueden culpar del desastre general si no lograr echar la economía adelante.
La renuncia disimulada de Raúl que prefirió, como siempre ha sido su método, responsabilizar a otros con el desastre, le posibilitará al nuevo presidente desplegar las medidas que aquel no pudo o no quiso, por cobardía.
La alta burocracia cubana de hecho funciona como una cofradía de capitalistas monopolistas desde el estado, y todos, empezando por los hermanos Castro, han disfrutado la buena vida burguesa de lujos de todo tipo; pero le temen al capitalismo de la libre competencia, de los privados, del mercado porque las pocas medidas avanzadas en esa dirección les han demostrado la superioridad del capitalismo privado sobre el del estado.
La situación de la economía y la sociedad cubanas, independientemente de quien está en el poder demanda, cambios en dirección a la apertura económica y democrática simplemente para evitar una explosión social.
La decisión de postergar la integración del Consejo de Ministros hasta julio, a propuesta de Díaz-Canel, es un indicio que sugiere claramente el interés del nuevo presidente de negociar con el viejo gobierno las posiciones principales del poder ejecutivo.
Aunque el Partido Comunista de Cuba, plagado de oportunismo y preñado de ilusiones, es el que dirige la sociedad cubana, según el artículo 5 de la constitución de 1976, en la práctica el sistema estatalista concebido por y para el dictador, desconoció siempre sus estructuras y acuerdos y si bien algunos Jefes provinciales campeaban por sus respetos, el mango del sartén siempre lo han tenido las empresas estatales de subordinación nacional.
La plata y los recursos no los controla el partido directamente sino las empresas estatales subordinadas a los ministerios. De ahí que, en ese sistema, el cargo de Ministro sea más importante que el de Secretario del PCC en una provincia.
Esta postergación, que pudiera parece una nimiedad, cuando esté concretada podría ser el primer indicio claro de las intenciones con las que viene el “dirigente probeta”.